Antes de que se inventaran las luces de Navidad, ahora tan tradicionales e indispensables en muchos hogares, los abetos de Navidad se decoraban con velas y manzanas. Posteriormente, se añadieron las luces, las bolas, la estrella y los lazos. Estos últimos representan la unión entre las familias y los seres queridos en esta época llena de ilusión y felicidad. Como curiosidad, uno de los arboles de Navidad más famosos por su tamaño, es el que se alza en el Rockefeller Center de Nueva York (EE.UU.), con alrededor de 24 metros de altura. En Dortmund (Alemania) también se encuentra un magno rival: un abeto natural de 45 metros de altura ubicado en el centro del tradicional mercadillo de Navidad.
Los abetos, esos característicos árboles de hoja perenne, se convirtieron en la base de nuestro árbol de Navidad. Se cree que los alemanes fueron los primeros en traer “árboles de Navidad” a sus hogares durante las vacaciones y decorarlos con galletas y luces. Ahora, prácticamente todos los lugares del mundo siguen la tradición.