Alcalá de Henares, 18 de mayo de 2025.- Mañana 19 de mayo se celebra el Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, que incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Se trata de una enfermedad cuya incidencia está creciendo en los últimos años. Hace apenas cinco años afectaba al 0’5 por ciento de la población, es decir, el rango de alcalaínos afectados estaba en torno al millar. Hoy los datos hablan de una afección de 0,8 por ciento lo que equivaldría 1.600 alcalaínos y se estima que en cinco años la enfermedad pueda llegar a afectar al 1 por ciento, es decir, 2.000 alcalaínos.
Se habla de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) pero en realidad son dos enfermedades digestivas crónicas y graves que afectan a unos cinco millones de personas en todo el mundo y que se caracterizan porque tienen brotes y periodos de remisión.
Se desconoce el origen de la enfermedad aunque se piensa que entran en juego diversos factores inmunitarios, ambientales y genéticos. En cuanto al factor genético es un hecho el que se hereda cierta predisposición. Otro es una defensa intestinal frágil: la “pared” que separa el contenido del intestino del resto del cuerpo se vuelve permeable. También como facto está que se produce un microbioma alterado lo que significa que las bacterias buenas que intervienen en el proceso digestivo intestinal disminuyen apareciendo otras que irritan. Además hay otros factores externos que pueden llevar a la enfermedad como puede ser el tabaquismo, el consumo de una dieta muy procesada, algunos medicamentos, infecciones o incluso el estrés, factores estos que pueden desencadenar en la inflamación. Su presencia es más frecuente en los países desarrollados.
Síntomas
En cuanto a los síntomas, cabe destacar que éstos son variados y a veces el diagnóstico es complicado puesto que son síntomas comunes a otras patologías. Suele ser habitual una diarrea crónica de varias semanas de duración, así como el dolor abdominal y los retortijones. Se puede dar una fatiga intensa. Los afectados suelen alarmarse con la aparición de sangre y moco en las heces, sobre todo en la colitis ulcerosa. En cuadros más severos puede aparecer pérdida de peso, fiebre o anemia. A veces se producen molestias fuera del intestino como dolor articular, problemas oculares o lesiones cutáneas.
El diagnóstico se realiza a través de análisis de sangre y heces (calprotectina) para detectar inflamación, de la colonoscopia, es decir, una cámara que recorre el intestino y toma pequeñas muestras. También con pruebas de imagen como resonancia o ecografía para ver las partes del intestino que la cámara no alcanza.
El tratamiento actual dependiendo de la gravedad de la enfermedad puede ser con antiinflamatorios suaves (mesalazina) para colitis ulcerosa leve; con corticoides en en brotes más intensos, pero con un uso limitado por efectos secundarios, con inmunoomoduladores (azatioprina, metotrexato) para mantener la calma a largo plazo. También se está trabajando con fármacos biológicos que trata de atacar a las moléculas que pueden causar la inflamación e inhibidores. Pero también se puede llegar a la cirugía si todo esto no basta y hay complicaciones, para retirar la zona afectada. Esto es más habitual en una de las dos patologías que componen la EII, la enfermedad de Crohn.
El objetivo de la medicina en estos momentos es la remisión duradera, es decir, que el paciente esté sin síntomas y el intestino cicatrice por dentro.
Prevención
Se aconseja a nivel preventivo cuidar la alimentación: reducir ultraprocesados, fritos y alcohol; adaptar fibra según tolerancia; acudir a dietista si es posible. También se aconseja el ejercicio moderado como caminar, nadar o el yoga, que mejoran la fatiga y el ánimo. En cuanto a la salud mental, la ansiedad y la tristeza son frecuentes; la psicoterapia y los grupos de pacientes ayudan. Por supuesto se recomienda dejar de fumar.
Con buen seguimiento médico, la mayoría de personas estudia, trabaja, hace deporte y viaja sin problemas prolongados. La EII no es mortal en la gran mayoría de casos y la esperanza de vida se acerca a la de la población general. La investigación avanza: terapias cada vez más específicas, cápsulas inteligentes que liberan fármacos en el punto exacto e incluso estudios con microbioma o células reguladoras. La EII es una patología molesta, pero controlable. Con información, tratamiento adecuado y apoyo, las personas pueden llevar una vida plena. Si se experimentan síntomas persistentes es conveniente consultar a un especialista puesto que un diagnóstico temprano es esencial.