El gol maradoniano del Alcalá seis años antes del de Maradona, Chema, el futbolista que con cuatro temporadas en el Alcalá es una leyenda. Él mismo nos ha contado su historia y nos ha relatado en un vídeo su gol al Moscardó hace 44 años.
Alcalá, 30 de junio.- Chema, Chemari, José Mari, José María es una leyenda de la RSD Alcalá que merece un reconocimiento. En el Alcalá tuvo tantos nombres deportivos, por coincidencia con otros compañeros, como temporadas pasó en el estadio municipal, un campo al que volvió con El Puerta para rememorar sobre todo el gol de su vida, el más importante y bello de la historia del Alcalá. Un campo que le sorprendió por el magnífico estado de su césped. Un campo que no había vuelto a ver desde que abandonó la RSD Alcalá al sufrir en Badajoz la lesión más temida hace 30 años, la rotura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda. José María Fernández López destacó en Alcalá por muchas cosas, por su entrega, porque siempre dio la cara, por ser un jugador muy polivalente, pero sobre todo por ese gol al Moscardó que le daba virtualmente al equipo complutense el ascenso a segunda división B en la temporada 1979-1980.
Fue un gol maradoniano y lo marcó seis años antes que el de Maradona en el mundial de México 1986 a Inglaterra. Fue un gol en el que incluso recorrió más distancia que El Pelusa en el estadio Azteca porque el argentino recibió el balón en su campo unos metros antes de la línea central mientras que Chema la recibió de un compañero en la frontal de su propia área en el estadio de mayores dimensiones del mundo entonces con sus 107 metros.
Fue un gol impropio de un defensa, porque Chema jugada de lateral izquierdo y además lo marcó por el lado derecho del ataque del Alcalá. Eso sí, el futbolista madrileño de Vallecas era un centrocampista reconvertido en lateral por el entrenador José Antonio Segura quien esa temporada supo ver las condiciones del futbolista, un jugador de gran velocidad, dotado de mucha técnica y habilidad para jugar como zurdo y como diestro porque se manejaba perfectamente con las dos piernas. ‘Míster Gorrila’, como se conocía cariñosamente a Segura por sus gorras, se lo dijo un día: “Yo te veo más como lateral que como centrocampista”, le vino a decir el técnico. “Mister, póngame donde quiera, como si me pone de portero. Yo lo que quiero es jugar”. Y Segura se invento un pedazo de lateral al que se consideró esa temporada del ascenso del Alcalá, la 79-80, el mejor jugador de la tercera división, una categoría en la que por entonces había equipo madrileños, de Castilla-La Mancha, de Extremadura y de Canarias y en la que el premio era subir a una segunda B de sólo dos grupos.
Aquel partido en el Val abarrotado de público entre el primero y el segundo clasificados, el Alcalá y el Moscardó, a los de Usera les entrenaba el histórico y entonces veteranísimo Fernando Daucik, de origen checoslovaco. Se cuenta que en el descanso preguntó por Chema y se refirió a él de un modo con dudas. “¿Ese es el mejor jugador de tercera? Pues yo no le veo tan bueno”.
El Moscardó perdía 2-0 ante un público complutense que estaba en situación de delirio. A los siete minutos, Pedro Valdo, el que luego fue alcalde de Camarma, lanzó desde 20 metros y el balón se coló por la escuadra del meta del Moscardó, un mito del equipo de Usera y del fútbol madrileño por entonces muy veterano, Valbuena.
A los 37 minutos el Alcalá marcó el 2-0 aprovechando un barullo en el área; el autor del tanto, Calderé, el que en el mundial del gol de siglo de Maradona, marcó dos goles para la selección española. Con ese resultado se llegó al descanso, que por cierto sentó bien al Moscardó y no tan bien al Alcalá.
Los de Usera comenzaron la segunda mitad en tromba para acortar distancias y tratar de dar la vuelta al resultado; la derrota suponía un enorme mazazo a sus posibilidades de ascenso que se convertían en virtualmente inexistentes. En el minuto 70 el jugador visitante Torres marcó el 2-1 y puso el miedo en el cuerpo al Alcalá y al público complutense. El Moscardó atacaba y el Alcalá se defendía como podía. Se mascaba la tragedia.
Y entonces Chema cogió el balón en la frontal de su propio campo; era el minuto 72 e inició una carrera de 70 metros regateando rivales para plantarse delante del meta Valbuena, driblarle y escorado hacia la derecha del área marcar el gol de más bella factura de la historia del Alcalá. La carrera de Maradona en el estadio Azteca no llegó a los 60 metros y no superó la de Chema. Desgraciadamente no hay imágenes del espectacular gol, al menos que se sepa. Ni videos, ni fotos. Sólo existe la memoria de quienes estuvieron en el campo, vieron la jugada y cómo Valbuena se levantó del suelo y se acercó a Chema que por inercia también cayó: “¡Felicidades. Qué golazo me has metido!”. En el banquillo del Moscardó alguien debió de decirle a Daucik que había aparecido el mejor jugador de la tercera división esa temporada: “Pues sí que es bueno Chema, míster”. Entre la chiquillería del Alcalá que vio aquel partido, Chema se convirtió en un héroe, alguien a quien admirar e imitar.
Con ese gol el Moscardó se desactivó y el partido concluyó con el ascenso a segunda B en el bolsillo del Alcalá.
Infortunio
Y sin embargo, Chema fue un jugador marcado por el infortunio. Como futbolista tenía un don pero las lesiones truncaron su carrera. Comenzó a jugar en su barrio de Vallecas y siendo infantil le dijeron que probara con el Atlético de Madrid, el equipo de sus amores y de su familia. Hace ahora 51 años realizó la prueba en el campo de Cotorruelo y los técnicos rojiblancos no dudaron en proponerle que se quedara. En el Atlético estuvo tres temporadas. Estuvo en el equipo juvenil pero en la última, con 17 años, no se encontraba demasiado bien y pidió la carta de libertad. Se marchó al Arganda, en la regional preferente castellana, equipo con el que subió a tercera división. Siendo jugador del Arganda realizó su servicio militar y tuvo la mala suerte de romperse el menisco de la rodilla derecha, una lesión entonces también muy grave. Entre la lesión y el comienzo de su trayectoria profesional como empleado de banco abandonó el fútbol. Chema sentía que su rodilla no estaba como antes de la lesión.
Fue entonces cuando se encontró con Ángel Vilda, entrenador y padre del exseleccionador nacional femenino Jorge Vilda, quien le animó y le hizo ver que merecía la pena intentar volver al fútbol. “Comencé a entrenar con el Toledo y vi poco a poco cómo me encontraba mucho mejor. Recibí la propuesta de fichar por el Rayo Vallecano para jugar en el equipo filial pero yo ya había jugado en tercera división y no quería jugar en categorías inferiores. Fue a través de dos jugadores del Alcalá, buenos amigos, Rosendo Brenes y Pablo Herrero como tomé contacto con el club que entonces tenía de presidente a José María Benedicto”.
Tuvo como entrenadores a Campos, a José Antonio Segura, a Manuel Ruiz Sosa al que admiró, al malagueño Monreal de fugaz paso por el Alcalá, y a Eduardo ‘Chato’ González que le pidió que liderara al equipo para evitar el descenso a tercera división, lo que se consiguió. Fueron cuatro temporadas. Con apenas 25 años jugó en Badajoz un partido de copa de la liga. Como ya estaba trabajando como empleado de banca viajó a la ciudad extremeña en coche y llegó minutos antes de empezar el partido. Apenas sin calentar saló al terreno de juego con tan mala suerte que se rompió. Después de operarle del menisco de la rodilla izquierda apareció el diagnóstico verdadera de su lesión, rotura del ligamento cruzado, lo que le costó el poner fin a su carrera deportiva. Fue el adiós de una leyenda del Alcalá que el miércoles 26 de junio regresó al verde césped en el que marcó ese espectacular gol.
Yo viví aquel partido,con gol histórico