Alcalá, 9 de febrero.- El vandalismo no sólo daña bienes de titularidad pública y privada; lo que hace es degradar y en algunos casos destruir joyas del patrimonio histórico además de infraestructuras para el esparcimiento de todos. El estanque del antiguo convento de franciscanos descalzos conocidos como Gilitos, por su originario convento de San Gil es el mejor ejemplo de un bien de todos sistemáticamente vandalizado en una actitud que en Alcalá es muy lamentable y que demuestra el desapego absoluto de una parte de la población.
Precisamente hoy que el Semanario PUERTA DE MADRID dedica un artículo al estanque en su proceso de limpieza y recuperación, el concejal de Medio Ambiente y el de Obras y Servicios han visitado el estanque para dar por finalizado ese proceso y mostrar el resultado de unos trabajos que se esperaba que no duraran más de un mes pero que al final han sido tres en los que no se dejado de sacar fango, más de un metro de altura, basura y enseres.
Desgraciadamente las conductas incívicas no cesan y ya en el momento de la visita de las autoridades para celebrar el buen final de unos trabajos que han costado 15.000 euros, ya habían arrojado alguna lata de bebida como si esa antigua alberca fuera un vertedero de basura.
Una limpieza integral después de alrededor de 20 años
Los trabajos de limpieza integral en el estanque del Parque de Gilitos se han realizado después de alrededor de 20 años que se hizo la última en la que la alberca fue vaciada. Estos trabajos han consistido en la retirada de un importante depósito de residuos que habían quedado sumergidos en el fondo y una limpieza de todo su perímetro.
Las Concejalías de Medio Ambiente y Obras y Servicios han coordinado esta importante actuación con un presupuesto en torno a los 15.000 euros, optimizando las condiciones del estanque del que ya disfruta una población piscícola que supera los 200 ejemplares.
Entre los objetos retirados del interior de la alberca destaca la presencia de más de dos decenas de patinetes eléctricos, sí, de los que se pueden alquilar y que pertenecen a empresas que tienen licencia para ello en Alcalá, una decena de baterías de coches, impresoras, radiocasetes, especialmente uno de grandes dimensiones, bolardos arrancados de las calles, carros de bebé, vallas metálicas, un carro de barrendero, carros de supermercado, bancos del parque y señales de tráfico, así como gran cantidad de escombros y otros enseres, como juguetes.
El concejal de Medio Ambiente y Patrimonio, Vicente Pérez, acompañado por el concejal de Obras y Servicios, Antonio Saldaña, ha indicado que “desde el Ayuntamiento se realiza una apuesta por la mejora y adecuación de estos espacios históricos de la ciudad, apelando a la responsabilidad y buen uso de los mismos con el fin de su disfrute, tanto por su valor cultural y patrimonial, como por su condición de infraestructura verde y refugio de peces y otros animales”.
En esta línea, Pérez ha realizado un llamamiento para la preservación de este espacio porque “combina dos aspectos muy importantes, el medioambiental y el patrimonial, con un estanque del convento de Gilitos que en el momento de la Desamortización ya aparece referenciado, en la década de 1840, y que se alimenta de agua de un elemento histórico que es un viaje de agua”.
El concejal ha querido hacer un llamamiento contra el vandalismo en este espacio, muy afectado también por las pintadas. “Es importante el respeto a este espacio para que esta fantástica zona verde no se convierta en área un área degradada. Es responsabilidad de todos”, ha dicho.
El estanque cuenta con unas dimensiones de 19 metros de largo, 12 metros de ancho y 3 metros de profundidad, con capacidad de aproximadamente 680 metros cúbicos de agua, que se han nutrido desde el viaje del agua con el que cuenta este espacio.
La alberca se llenaba con el agua de uno de los viajes de la ciudad para permitir que la comunidad religiosa pudiera regar el huerto y los frutales que tenían y continuó utilizándose tras la Desamortización de Mendizábal, momento en que pasó a ser utilizada por la explotación agrícola del conde de Canga-Argüelles, que construyó una casa palaciega en las inmediaciones del convento.
Durante los trabajos los peces fueron trasladados a una piscina externa, con seguimiento y vigilancia por parte de una empresa especializada en ictiofauna, con alimentación mediante pienso y limpieza de agua con aporte de oxigenación forzada a través de bomba accesoria. Por cierto, esa piscina externa fue también vandalizada: un salvaje cortó con una navaja la tela de la piscina saliendo agua de la misma lo que provocó la muerte de uno de los peces, todos ellos carpas.
Los orígenes de este espacio
Los orígenes de este emblemático espacio nos llevan al Centro sociocultural Gilitos, en lo que fue el Antiguo Convento del Santo Ángel de la Guarda o de “Los Gilitos”, fundado en 1586 por D. Diego de Vargas para Franciscanos Descalzos sobre lo que había sido una ermita al Ángel de la Guarda. La falta de rentas dio lugar a que en 1625 Doña Catalina de Mendoza se hiciera cargo de su patronazgo, financiando una nueva fábrica de convento e iglesia capaz de albergar con dignidad a los frailes de esta fundación. Esta fábrica en buena parte ha llegado a nuestros días y las armas de la patrona aún campean en la fachada de la iglesia y convento.
Tras ser desamortizado, el complejo conventual fue vendido en subasta en 1842 y pasó a ser propiedad de los condes de Canga-Argüelles, que lo usaron inicialmente como casa de recreo y explotación agraria, transformando el edificio en un palacete, llegándose a celebrar incluso en su interior una reunión del gobierno de Primo de Rivera en el año 1926. Después de la Guerra Civil, se convirtió en una explotación agropecuaria, pasando a ser de titularidad municipal en el último tercio del siglo XX.
Resulta especialmente interesante la descripción de la venta, que se remató en 142.000 reales, en la que se detalla que era “Un convento extramuros de la ciudad llamado el Ángel, aislado y que comprende corrales y huerta, piso bajo y principal, distribuidos en celdas y tránsitos, agua de pie en la huerta con las correspondientes obras de minados, estanque y demás…”
La descripción de la venta nos informa de la presencia del estanque ya en el siglo XIX, así como de la existencia de las “minas” que se corresponden con el viaje de Agua de Gilitos, que aún hoy alimenta el estanque. Por tanto, se puede decir que la alberca pertenece al convento y cuenta con al menos 200 años de antigüedad, presentando una gran riqueza patrimonial y ambiental.
El viaje del agua de Gilitos
Durante la visita, también se ha podido conocer de primera mano la infraestructura del viaje del agua de Gilitos, que ha suministrado el agua al estanque de este espacio. Los viajes de agua son galerías subterráneas construidas para recoger el agua de lluvia acumulada en las capas de tierra permeable, más superficial, situadas sobre otras no permeables. Su curso está formado por una serie de pozos, debidamente espaciados (20 a 80 metros), cuya profundidad se establece por los niveles de los diferentes estratos de tierras. La longitud de estas galerías subterráneas puede ser de varios kilómetros y aprovechan el desnivel del terreno para trasportar el agua.
Las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento han dado como resultado la constatación de la existencia de varios viajes de agua en Alcalá, como el de Gilitos o del Santo Ángel de la Guarda. Éste presenta un desarrollo horizontal de más de 2 kilómetros y muchas de sus galerías se encuentran embalsadas. Disponía de pozos cada 20 o 30 metros, aunque la reciente construcción de edificios y calles ha cegado la gran mayoría. La altura de las galerías supera los 2 metros, llegando a los 3 en algún tramo. La profundidad a la que se encuentran respecto a la superficie oscila entre los 5 y 15 metros, tienen forma de lomo de caballo y están talladas directamente en la arcilla, existiendo fábrica de ladrillo sólo en los pozos y sus proximidades. Por la orientación del tallado del túnel se puede decir que ha sido construido de sur a norte.