Alcalá de Henares, 26 de agosto de 2024.- El de los gigantes es el gran espectáculo de las ferias por la cantidad de personas que sigue a diario a la comparsa centenaria complutense dirigida por Eduardo Escolar y Javier Flores. Pero más que eso, unas ferias, y también ya muchas fiestas de Alcalá, quedarían deslucidas sin la presencia de los gigantes, una comparsa formada en total por 26 giganteros que son, ante todo, grandes aficionados a estos muñecos de cartón que producen fascinación entre los niños, pero también entre los adultos que recuerdan siempre su infancia.
Cada día de ferias la comparsa sale de su exposición en la capilla del Oidor con una docena de gigantes para hacer un recorrido por todos los barrios de la ciudad llevando y magia y su singular atractivo por toda la ciudad con la música de la charanga en una suerte de diana floreada que ameniza las mañanas a miles de alcalaínos.
Llevar un gigante no es sólo el momento del duro desfile, ya que son varias las horas de esfuerzo cargando el peso del muñeco y bailándolo al son de la música de la charanga con temperaturas que muchos días superan al mediodía los 35 grados. Los gigantes requieren atención todo el año como bien sabe Eduardo Escolar puesto que necesitan constante mantenimiento y ponerse guapos para desfilar.
Los giganteros tienen una forma física especial que cuidan y sobre todo los directores de la comparsa les requieren que se cuiden antes de salir en el pasacalles, es decir,que no trasnochen para llevar sobre sus hombros este preciado objeto del patrimonio material, cultural y sentimental complutense que es un gigante.
La comparsa tiene proyectos nuevos: “El próximo año vamos a sacar un nuevo gigante para la comparsa cervantina, Maesa Nicolás, el peluquero en el Quijote, al que nosotros llamamos ya Nico. La idea es que vaya creciendo la comparsa cervantina que es la que no distingue fundamentalmente”.
“Trabajamos todo el año. De hecho hemos realizado un caballete nuevo y está prevista la restauración de los otros caballos”, reconoció Eduardo Escolar que recordó que el año que viene celebramos el quinto centenario de los gigantes de Alcalá.
Tal importancia tiene la comparsa de Alcalá que cada vez recibe más invitaciones de fuera. La participación en el encuentro de gigantes el año pasado en Barcelona ha hecho que haya mucha demanda de los gigantes de Alcalá: “El día 5 de octubre vamos a Zaragoza y ese mismo día también tendremos gigantes en Torrejón de Ardoz y no paramos de recibir invitaciones”.
No se conoce exactamente el año en el que se crean los primeros gigantes festivos de Alcalá de Henares, aunque fue antes de 1525 por lo que el próximo año se celebrará su quinto centenario. Así pues, Alcalá es la tercera ciudad de España que tuvo gigantes que no representaran a personajes religiosos, después de Toledo y de Sevilla.
Además, se sabe que en 1651 el Ayuntamiento de Alcalá encargó cuatro nuevos gigantones y una gigantilla al maestro carpintero Francisco González Bravo. En 1658 se decide completar la comparsa con otros dos gigantes, que realiza el mismo artesano y pinta Gregorio de Utande, un artista muy conocido en Alcalá.
De ese modo, a partir de ese momento la comparsa de Alcalá quedó integrada por una pareja de reyes españoles (rey y reina), una pareja de turcos y una pareja de negros, además de la gigantilla. Los gigantones representaban a los tres continentes (Europa, Asia y África) y simbolizaban el reconocimiento de Jesucristo en todo el mundo.
Estos son los gigantes que desfilaron en Alcalá hasta que en 1780 el rey Carlos III prohibió la presencia de los gigantes en la procesión del Corpus y otras festividades religiosas, al considerarlos un festejo irreverente y contrario a la fe.
Con el fin de dotar a las Ferias de la ciudad de un espectáculo infantil digno y que tuviera una buena y amplia acogida por parte del público, se decide crear una comparsa de Gigantes para las Ferias de 1902. Esa primera comparsa estaría formada por tres personajes que representaban a Don Quijote, su escudero Sancho Panza y el «Negro con Moño». Tuvo una gran aceptación, cosechando un rotundo éxito y asentándose como un acto imprescindible en los actos festivos, convirtiéndose desde entonces en una de las señas de identidad de nuestra ciudad.