Los tubos de la Catedral vuelven a resonar con el órgano de la Magistral
Celebración, regreso e inicio del XI Festival Internacional de Órgano en la Catedral Magistral de Alcalá de Henares
El pasado sábado, 4 de mayo de 2024 a las 21:00 horas en la Catedral Magistral de los Santos Justo y Pastor se inauguró la undécima edición del Festival Internacional de Órgano. Vuelve esta actividad musical alcalaína de una trayectoria de 10 años que, tras la parálisis de la pandemia, vuelve a retomar su camino. Este festival de órgano ha sido un espacio en el que han participado artistas invitados de 15 países, logrando exponer y explotar distintos componentes musicales en la ciudad; de ahí el gran apoyo e importancia que se le otorga. La cita musical abrió sus puertas a un público mayoritario y expectante tras la bienvenida realizada por el Delegado Episcopal para la Evangelización de la Cultura Diócesis Complutense, Don Juan miguel Prim, dado que la directora artística del festival, Ludmila Matsyura, se encontraba de gira por los Estados Unidos. Sin embargo, su gran apoyo estaba
presente y fue reflejado por medio de unas palabras que concientizaban que el órgano es un instrumento excepcional y universal capaz de llenar el alma de una inmensa alegría y elevar el espíritu a la contemplación máxima. Es así como podemos estar orgullosos – tal como afirma Ludmila – de tener en la Catedral Magistral uno de los mejores órganos de la Comunidad de Madrid, fruto del taller Blancafort que se caracteriza por sus 43 registros y estar compuesto por tres teclados, pedal y una trompetería horizontal tópica de los órganos ibéricos.
El sonido del órgano fue estrenado por la primera invitada, Irena Chřibková, organista principal de la Basílica de Santiago ubicada en la ciudad vieja de Praga que, además de acompañar la liturgia solemne, es conocida por sus conciertos dominicales alrededor del órgano de la Basílica, instrumento más grande de la República Checa. Es directora artística del Festival Internacional de órgano y de otros ciclos de música del Audite Organum y jurado de varios concursos internacionales de órgano.
El repertorio interpretado incluye obras desde el periodo barroco hasta el contemporáneo con una especial atención a música francesa y checa. Esto se evidencia en las obras de los siete compositores interpretados: El concierto inició con las piezas Grand jeux – Duo – Basse de Cromhorne – Giga provenientes de piezas de diferentes tipos de órgano y clavecín de Claude Bénigne Balbastre, compositor y organista francés de la catedral de Notre Dame. Seguidamente, interpretó Partita per octavo Tono super “Veni Creator” de Gabriel Verschraegen, organista de la catedral de San Bavón de Gante. Luego se pudo escuchar Tres piezas galantes:
Maestoso – Esspressivo, con moto – Allegro giocoso del organista canadiense, Dénis Bédard, organista titular y director musical de la Catedral del Santo Rosario. Siendo las variaciones que se han escuchado una versión litúrgica de una melodía tradicional escocesa. A continuación, no podía faltar Johann Sebastian Bach salió a relucir por medio de su Prelude and Fugue in C major BWV 545. Pero, un deleite sonoro fue el Andantino quasi allegretto de la Sinfonía para órgano núm. 5 en Fa menor, Op. 42, No. 1 de Charles-Marie Widor, compositor y organista litúrgico en la Iglesia de Saint-Sulpice de París a quien se le ha dedicado de forma especial esta edición del festival. Como penúltima pieza se presentó Festal Offertorium de Percy Eastman Fletcher, músico británico más conocido hoy en día por su música para bandas militares y metales. Por último, fuimos testigo de dos obras de Joseph Bonnet, compositor y organista francés con un amplio repertorio dedicado al instrumento. Las obras que escuchamos fueron Matin provençal, Op. 3, No. 2 procedente de Poemas de otoño, que destacaba por su carácter taciturno y Rhapsodie catalane, Op. 5 No. 12 de Doce piezas para gran órgano, la cual era impactante con un dominante uso de los pedales. En ella, curiosamente, se descubre el icónico tema musical del villancico Fun, Fun, Fun siendo reconocido al instante; indudablemente una gran idea para terminar el concierto.
La interpretación de este amplio y variado repertorio puede resumirse en tres palabras: disciplina, contemplación y rigidez. Irena Chřibková se adaptó de forma lineal e imperceptible a los distintos caracteres requerido por cada una de las obras sin aspavientos, enmarcando cada interpretación en una burbuja musical distinta. Sin embargo, todas las ejecuciones tienen como punto en común un desarrollo muy fino y articulado de cada una de las notas tocadas, permitiendo que cada altura y figura musical fuera, tanto por la organista como por el público. Esto permitió que las composiciones fueran escuchadas con mucho detalle y no como un río en el confluyen notas difuminadas y aisladas (cuestión que a veces puede ocurrir en piezas destinadas a este gran instrumento). La satisfacción alcanzada en este primer concierto del festival fue resultado también de la velocidad adquirida por Irena, que dependiendo de las cualidades de las obras, aplicaba un tempo estricto y único que seguía hasta el final
dando como resultado que cada composición pudiera avanzar por sí sola, sin adelantos o retrasos que pudieran ensuciar la interpretación. Este tratamiento firme del tempo se debe, en gran medida, al carácter organizado, reflexivo y sencillo que siempre mantuvo la intérprete dando como resultado un espacio propicio para la verdadera escucha y meditación.
Algo interesante a destacar fueron las pausas prudenciales que dejaba la intérprete entre las piezas y sus secciones internas con la finalidad de que de que el receptor u oyente no se perdiera y siempre tuviera una oportunidad de retomar el hilo del concierto. Cuestión que se agradece para hacer esta intervención musical de una hora más llevadera sin agotar al público que no está acostumbrado a piezas instrumentales de estas cualidades. Ante esto el público le devolvió la atención recibida por la organista por medio de constantes y agradecidos aplausos.
La Catedral Magistral experimenta un virtuosismo excepcional
Aproximación al fantástico segundo concierto del XI Festival Internacional de Órgano
La Catedral de Alcalá de Henares presentó la segunda cita musical de la undécima edición del Festival Internacional de Órgano el sábado, 11 de mayo de 2024 a las 21:00. Además de ser partícipes, una vez más, de la grata bienvenida de Don Juan Miguel Prim, pudimos contar con la presencia de la directora artística del festival y la organista de la Catedral, Liudmila Matsyura.
Esta vez se sentó frente al órgano de Blancafort Jan Vermeire, músico belga de la Iglesia Nuestra Señora de las Dunas en Koksijde. Ha sido invitado como organista en Bélgica y en lugares como Chequia, Polonia, Austria, Suiza, España, Los Países Bajos, Francia, Italia, Alemania, Gran Bretaña y Flandes. Tiene a sus manos rangos y puestos en actividades culturales muy diversas, funcionando como consejero artístico del
Festival Internacional de Órgano de Veurne, Koksijde, y Flandes, miembro de la Comisión de Música en la Provincia de Flandes Occidental, colaborador en varias producciones con la Orquesta Barroca Ex Tempore, y la Real Orquesta Filarmónica de Flances, como también es el director de la Schola Gregoriana Henricus Beauvarlet. Sin duda, un músico polifacético con destrezas incomparables. Jan Vermeire
evidenció su talento y conocimientos musicales por medio del repertorio, el cual se caracteriza sin duda por su belleza que reluce una buena elección y dirección de obras, estableciendo un recorrido ordenado que inicia en el barroco para luego desembocar en obras románticas de origen contemporáneo.
El concierto inicia de forma rimbombante con el compositor Johann Sebastian Bach y su Concierto en Sol mayor BWV 592. En esta pieza fragmentada en Allegro – Grave – Presto, Vermeire se da a conocer al público por una forma de tocar llena de florituras; resaltaba y asentaba el motivo musical de cada uno de los movimientos del concierto aunque apareciera en un pequeño instante, permitiéndole al oyente entender
cada una de las secciones de la obra. Fue fiel a los afectos barroquianos requeridos por la pieza, tocando el primer movimiento de una manera alegre, el segundo con una tranquilidad y menor dinámica para luego recuperar en el tercer movimiento la belleza y jovialidad inicial. Siguiendo esta línea, como segunda pieza se interpreta la pieza Tiento partido de mano derecha sobre Ave maris stella del compositor y organista
español Juan Bautista Cabanilles, uno de los grandes compositores barroco-europeos para órgano.
Como tercera pieza del repertorio, el organista belga tocó Las Folías, piezas cortas pertenecientes al quinto volumen de Flores de Música del fraile franciscano, Antonio Martín y Coll. Sin duda, este fue uno de los momentos más especiales del concierto debido a que Jan fue capaz de asociar los sonidos con imágenes mentales de flores flotando en un riachuelo gracias al uso correcto de los tiradores y teclados del
instrumento. Todo se desarrolló de forma fluida bajo una dinámica predominante piano que hacía que la obra se asentara de forma inconsciente en el pensamiento. Maravilla que requería de una mención especial.
Dejando atrás la tranquilidad y belleza floral, el órgano explota en virtuosismo al ejecutarse el Coral No. 3 del compositor francés, César Franck. Este tercer y último coral en La menor, presenta un viaje aventurero hacia disonancias combinadas con velocidades ágiles. Es la obra más agresiva y con mayor potencia que se esparce – a modo de engaño – en una tranquilidad que cromáticamente aprieta y acorrala los oídos del público hasta explotar otra vez con disonancias constantes, desenvolviendo así un efecto sorpresa. Toda intensidad sonora es neutralizada por el Adagio de la Sínfonia núm. 3 del compositor francés Louis Vierne, la cual tiene un lenguaje homofónico; siendo una pieza poco interesante con función de transición para luego volver a recaer en una intensidad musical protagonizada por la Toccata de la Sinfonía núm. 5 del
músico francés Charles-Marie Widor compositor que se ha ganado el respeto por haberle otorgado una vida nueva al órgano. En esta pieza se inscribe en un tono dinámico con admirable juego de dinámicas dentro de un tempo veloz y definido por semicorcheas a modo de allegro.
El último compositor presentado fue el músico belga Noël Goemanne del cual se interpretaron las piezas El silencio de la noche y El día de fiesta de su Suite de San Antonio, composiciones que contrastan como el día y la noche – nunca mejor dicho –. La primera se enmarcaba en un espacio lúgubre pero dulce y fluido, mientras que la segunda destacó por la velocidad (cuestión por la que destaca la forma de tocar de Jan
Vermeire) y transmitir un carácter heroico.
El público quedó sin palabras – pero sí con muchos aplausos – tras el concierto de Jan Vermeire, dado a que su interpretación total estuvo cargada de ornamentos impecables y velocidades virtuosísticas que transformaban las teclas del órgano en deleites sonoros. Era una maravilla escuchar como ninguna nota se escapaba de los dedos del organistas por más rápida que fuera, teniendo cada una de ellas un protagonismo
único aunque fuera en un microsegundo. Otra expectativa cumplida y superada en el festival.
Mariela Rueda Ambrosino, musicóloga de la Universidad Autónoma de Madrid
A la musicóloga Mariela Rueda Ambrosino, la
conozco desde niña y no puedo sentirme menos que orgulloso al leer su impecable artículo . El detalle técnico, la dificultad hecha sencillez , la descripción realizada con ritmo musical. Solo una persona con conocimiento profundo del tema puede realizar esta pieza.
Mariela Dios la bendiga! Siga adelante! Éxitos y muchos por venir!