¿Pero de verdad había alguien en España que no tuviera claro que la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno fuera posible? ¿Por qué no iba a serlo? Otra cosa es que guste más o menos en función de lo que cada uno prefiera. Pero posible lo era, lo es y posiblemente lo sea en breve.
En las conversaciones de pasillo con dirigentes políticos de uno u otro de los partidos mayoritarios, PP y PSOE, se tenía claro que la investidura de Sánchez era posible, desde antes de la votación perdida por el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo.
Y esa claridad es la que ponían las matemáticas parlamentarias encima de la mesa. El PSOE podría llegar a los 176 votos para la mayoría absoluta que le permitiera la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno, y el PP no; así de fácil. Por descartarse antes de la votación parlamentaria, se descartaba incluso de forma radical un posible ‘tamayazo’, es decir, que algún parlamentario socialista no votara a favor de Pedro Sánchez, Efectivamente nada de eso ocurrió por más que sonaran las voces de históricos, Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, y actuales como Emiliano García-Page.
La clave estriba en que el PP tiene un problema en Cataluña y otro en el País Vasco, dos regiones claves por número de habitantes y por tanto por número de escaños en el Congreso de los Diputados y para elegir presidente del gobierno. Antes lo tuvo en Andalucía y en Extremadura, feudos socialistas hasta no hace mucho y en las que el Partido Popular ha venido realizando un trabajo importante para conseguir la confianza de andaluces y extremeños. Sin embargo la realidad hoy en día es que en Cataluña y en el País Vasco el PP -y Vox- son fuerzas absolutamente minoritarias si no residuales.
Eso, claro está, favorece a los socialistas. El PSC es la primera fuerza política en Cataluña y los socialistas tienen un peso en tierras vascas que no tiene el PP. Esa fue una de las claves por las que el PP no consiguió en las últimas elecciones generales la mayoría suficiente para gobernar hoy en España.
A partir de ahí están las consideraciones políticas sobre el encaje constitucional de la amnistía de los condenados por la declaración unilateral de la independencia y de los prófugos de la justicia. Desde el PSOE se asegura que la amnistía tiene encaje constitucional mientras que desde el PP se acusa a Sánchez de que no es una cuestión de convivencia democrática en Cataluña por lo que se acepta la amnistía sino de conveniencia del propio Sánchez para seguir siendo presidente.
En la amnistía va a estar la clave y no en otras reivindicaciones catalanistas como un posible referéndum sobre la independencia, claramente inconstitucional y línea roja que el PSOE asegura que nunca traspasará.
Los nacionalistas catalanes de izquierdas y de derechas se van a conformar con la amnistía y van a esperar tiempos mejores para conseguir en las urnas ser mayoría en Cataluña, que hoy no lo son. Y se van a conformar con la amnistía porque para ellos entre que gobierne en España el PSOE y que gobierne el PP, no tienen duda; prefieren un gobierno socialista.
Eso estaba claro con los resultados de las elecciones generales del mes de julio de este año. Lo demás ha sido teatro, puro teatro, que decía la canción. La foto del número 3 del PSOE, el secretario general Santos Cerdán, conversando con el expresidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, en una reunión celebrada en la víspera del acto de juramento de la Constitución por parte de la Princesa de Asturias, no ha hecho más que ratificar lo que ya se sabía, que la investidura de Pedro Sánchez está más que próxima.