INTRODUCCIÓN.
El rey Felpe III, continuando con la tradición familiar de devoción a la Inmaculada C., y, ante el ambiente de los enfrentamientos desencadenados entre los religiosos maculistas, dominicos y bernardos, frente a los inmaculistas, franciscanos y carmelitas, especialmente los andaluces, tomará partido y establecerá en 1616, una Real Junta de la Inmaculada Concepción, con el objeto de conseguir de Roma la definición dogmática de la Purísima Concepción.
Llegado el año 1616, “el rey piadoso”, dado que el tiempo pasaba y el Papa no se pronunciaba sobre el dogma solicitado, salvo el breve de Alejandro VI, mandó un escrito a todas las Universidades, Concejos, y Chancillerías de sus reinos y estados, expresando su deseo de que se hiciera juramento y voto de reconocer la concepción inmaculada de Santa María.
Con diligente respuesta, los Concejos, Universidades, Chancillerías, Catedrales, Hermandades, Gremios y pueblo en general, se dispusieron a obedecer y acatar el deseo del monarca; como expresión de la devoción a la Inmaculada, ya entrañada y enraizada en el pueblo español, hispanoamericano y filipino.
Del interés demostrado por el rey Felipe III, se hace eco Baltasar Porreño:
“…hizo raras, y extraordinarias diligencias para que esta devoción fuese firme y estable en todo el Mundo, con vniversal definición de la Iglesia Santa. Y assí escribió muchas y devotas Cartas, al Papa Paulo Quinto, y con santo zelo, y cuidado solicitó á todos los Arçobispos y Obispos de sus Reynos, [y posesiones]y á los Prelados de las Religiones, y á los Catedráticos de todas las Universidades de España, [ las Cortes de Castilla, y de Aragón,] para que todos escribiessen á su Santidad, representándole las razones en abono de esta piadosa petición…”[1].
1.- PROMOTORES DE LA FIESTA
La Universidad Complutense de Alcalá recibió una carta del rey Felipe III, en la que el monarca manifestaba su deseo de que se votase y defendiese la creencia de Inmaculada Concepción de la Virgen María y que escribiesen al Papa solicitando la definición dogmática del misterio.
Reunido el Claustro de doctores del Colegio Mayor de San Ildefonso el día 23 de agosto de 1617, presidido por el rector, don Diego de la Fuente, más los 3 consiliarios, capellanes mayores y menores, acuerdan hacer, particularmente. un voto en secreto, que después harán explícito, en público, en la iglesia de san Justo y Pastor, la Magistral.
Para la celebración de la Eucaristía, sermón, juramento del voto y procesión, con la Inmaculada Concepción del convento de san Francisco, [de san Diego] proyectan organizar unos actos muy solemnes, por lo que encargan a los doctores don Phelipe de Morales Moreno y al doctor Luis Tapia de la Cámara, que vayan al Ayuntamiento y les expresen el deseo de la Universidad de realizar dicho juramento y voto, así mismo, les invitan a que estén presentes en los diferentes actos de su voto y, que cuentan con su colaboración, por lo que les solicitan que organicen unos festejos, como acostumbran a hacer, y que vayan en “forma de villa” es decir, con los maceros.
El ayuntamiento, oída la “determinación” de la Universidad, acuerda hacer los solicitados festejos. (Doc. nº 10 del AHMAH, 1617)
Efectivamente, la Universidad manifestó su vivencial amor y devoción a Nuestra Señora y, correspondió a la devoción y deseo del monarca, el “católico Príncipe Don Phelipe Tercero”.
“Don Diego, rector de la Universidad, fue quien la convocó y sus cuantiosos gastos corrieron a cargo de los colegios: …lo cual hecho con contribución general, que cada uno ofreció conforme a su calidad, se trató de hacer una insigne fiesta a la virgen Santísima en la dicha Universidad, ofreciendo el Rector y Colegios gran suma de dineros para ello, y así precediendo primero, y ante todas cosas la procesión general, se ordenó que hubiera arcos y toros, y juegos de cañas, y luminarias por ocho días continuos, lo que todo así ordenado, se previno a más de 50 lugares que tiene la jurisdicción la dicha Villa…”.
El día señalado para la ceremonia del juramento y la solemne procesión fue el 8 de septiembre, día de la Natividad de Santa María.
Por su parte, los doctores, una vez leída la disposición del rey, presididos por el rector, Don Diego de la Fuente, decretan y toman diferentes acuerdos:
1º) Hacer un voto secreto en defensa de la Inmaculada Concepción de Sta. María:
2º) Que la Universidad fuese en procesión a la iglesia de san Justo y Pastor, el día 8 de septiembre, día de la Natividad de Nuestra Señora, y allí expresar públicamente el juramento y voto de su Inmaculada Concepción.
3º) Se decretó la obligación de que para recibir el grado de maestro o de doctor se exigiera a partir de entonces el juramento en defensa de la Inmaculada C., [y que en cualesquier facultad que fuese, se hiciese el mismo juramento].
4º) Escribir al rey, para que lo confirmase y tuviera fuerza de ley.
5º) Escribir a Su Santidad para que lo confirmase por artículo de fe.
Felipe III, en 1616, había fundado la Real Junta de la Inmaculada, donde diferentes doctores teólogos, muchos complutenses, enviados a Roma, cumplían la misión de urgir al Papa para que definiese como dogma de fe la Concepción Inmaculada de Santa María.
6º) Hacer grandes festejos en prueba de alegría, así se hiciesen luminarias en toda la Universidad, [Colegio mayor y menores y monasterios de esta villa].
7º) Invitar al Concejo a la ceremonia y procesión, así como solicitar su ayuda en los actos y festejos y, un deseo expreso de que la Corporación municipal lo haga “ en forma [de villa]”. [bajo las 2 mazas.].
El ayuntamiento, oída la “determinación” de la Universidad y su Claustro, se une a ellos en el reconocimiento del misterio de la Inmaculada Concepción, que va a hacer la Academia:
“por ser y haber sido la villa tan devota de la gloriosísima siempre Virgen María”. “la cual Señora e patrona ques de esta villa resciba (sic) este pequeño servicio que se hace…”.
Así mismo les parece justo el honrar y celebrar la fiesta,
…”que tan santamente es y tan del servicio de Dios Nuestro Señor, y de su gloriosísima Madre la Virgen María concebida sin pecado original”.
No se olvidan de la imagen que la villa proyectará con la citada festividad ante los demás reinos de España y fuera de ella, [la solemnidad de esta fiesta, por ser como es generalmente de todos ]
Por lo que en respuesta al deseo de la Universidad acuerdan ir “en forma de villa” [con los maceros][2] a la Iglesia de san Justo y Pastor, a la misa y sermón y estar presentes en el juramento de la Universidad… y correr con el gasto y realización de algunos festejos.
También nos desvela, entre otros aspectos:
“…que por cuanto por la brevedad del tiempo y no tener caballos para hacer juego [de cañas] con ellos, de ahí la decisión de hacer una “soldadesca suiza” [3]; motivo por el cual vemos la participación de cabildos de cofradías, como “El de los treinta de Nuestro Señor, El de los cientos de Nuestra Señora y el del Santísimo Sacramento”, [el del Corpus Christi], que sí tienen “instrumentos de guerra”, debido a que ellos los suelen otras celebraciones religiosas.
El escuadrón, seudo militar, se formará en medio de la Plaza del Mercado, proveídos de “las picas de la villa”. La música que acompaña el juego-militar, “atamboles y pífanos” se traerá de Madrid.
La villa correrá con el pago de tres arrobas de pólvora, pues además de la procesión, participarán también, por la noche, en las luminarias. El encargado de hacer las gestiones de Madrid y repartir la pólvora fue el Sr. Juan de Antequera, procurador general.
2.- LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD.
Continúan con los festejos, y nos dan datos interesantes como “las casas del ayuntamiento, que son las del Mercado”, es decir que su ubicación era la de la Plaza del Mercado[4], el cometido referido a los toros estará en “los señores Luis de Vallejo e don Diego Verdugo”, regidores.
Ítem que se corran siete toros el sábado siguiente después de Nuestra señora, y se comete a los señores Luis de Vallejo e don Diego Verdugo, los hagan traer que sean buenos porque la fiesta sea más regocijada. [Vendrán de la Ribera del río Jarama]
Ítem que en toda esta villa se hagan muchas luminarias, ansí de escobas como de hogueras, y se echen cohetes terreros e voladores e se pongan faroles y esta villa ayude a los pobres dándoles hachas de pez para ello, y en casa del ayuntamiento de esta villa que [son] las del Mercado se pongan hachas de cera y alegren las trompetas y atabales y chirimías, [y] tocando en todas partes a un mismo tiempo se haga fiesta, e para que lo haga hacer, y ansí mismo que la haga pregonar esta fiesta con trompetas y atabales por toda la villa yendo a caballo ellos los dos escribanos del ayuntamiento y dos alguaciles se presonen en las dichas, el cual pregón se dé esta tarde para que venga a noticia de todos y se puedan prevenir para la dicha fiesta”.(sic)
Después de otras consideraciones y el deseo de ser pregonadas las fiestas, siguen con la razón de ser de las mismas:
“del servicio de Dios Nuestro Señor, y de su gloriosísima Madre la Virgen María concebida sin pecado original, la cual Señora e patrona ques de esta villa” ,
y, continúan engalanando la Villa con la participación de todos los vecinos:
Y ansí mismo que para la dicha procesión todos cuelguen sus pertenencias de terciopelos y tafetanes cada uno lo mejor que pudiere y limpien y barran las calles por donde ha de pasar”.
[2] Los bedeles vestidos y tocados con traje de terciopelo rojo y escudo bordado de la ciudad, portaban las dos mazas de plata, hechas por Gabriel de Cevallos, 1602, correspondientes a Villa. El significado está en que acompañan a la Corporación municipal siempre que salga, como tal, es decir representando a la Villa, por ello está en la calle y participa de las festividades acordadas de su presencia, como Corpus Christi, Santos Niños, Virgen del Val, entre otras antiguas como la festividad de santa Ana; y nueva como los anuales Premios Cervantes.
[3]Por “suiza” se entendía un simulacro de asalto a una fortaleza en poder de los moros, representados ambos bandos, cristianos y moros, con atuendos adecuados, en medio de la Plaza del mercado, y realizado el asalto por los vecinos de los barrios del arrabal de los Mártires y del arrabal de santa Ana. SÁNCHEZ MOLTÓ, V., La fiesta del corpus en Alcalá de Henares. V. EHVH. Gu. P.1620.
También recibían el nombre de “suiza” los desfiles profesionales, festivos y ceremoniales, que hacían, corporativamente, los diferentes artífices y artesanos de la villa, portando sus estandartes e insignias, propias del colegio, caso de los plateros, o gremio, caso de los artesanos, en las fiestas de entradas de reyes u otras festividades. MARÍAS, F., El s. XVI. Gótico y Renacimiento. En Introducción al Arte Español. Sílex. 2003. p.473.
[4] Las casas de Concejo tuvieron varias ubicaciones, cerca o en santa Lucía, en la citada Plaza del Mercado, frente al arco de la Universidad, se puede ver cómo en una de las columnas, el escudo de la villa, y la actual del antiguo Convento de san Camilo de Lesli o de los agonizantes, en la Plaza de Cervantes, antigua del Mercado.
3.- ACTOS RELIGIOSOS
Con el expresivo calificativo de “el más solemne acto que en ella se ha visto desde su fundación, y el que más lustre le da”, pondera y define el autor de los Anales Complutenses, el voto y defensa de la Inmaculada C., que hizo la Universidad.
Primeramente se dio aviso a los cincuenta pueblos de la jurisdicción de Alcalá, y las iglesias respondieron a una, participando ataviados como requería el acto, con sus mejores galas, con suntuosos ternos, los sacerdotes y autoridades eclesiásticas, y portando los estandartes, cruces, con mangas de cruz, guión del Cardenal, y todos se juntaron en el Colegio Mayor de San Ildefonso.
A las ocho de la mañana del día 8 de septiembre de 1617, se iniciaron las fiestas con una solemne procesión a la “Colegial de san Justo y Pastor”, Magistral:
“Salió esta gran procesión a las ocho de la mañana del Colegio de San Ildefonso y vino a la colegial de San Justo y Pastor, y con la misma entró a la una después del mediodía en el dicho Colegio de San Ildefonso, hubo en todas las calles y casas particulares hieroglíficos, sonetos y versos en honor de aquel santísimo misterio”.[participación literaria]
Protocolariamente situados en el cortejo procesional, lo iniciaban los bedeles del Colegio Mayor con sus mazas de plata de gran valor[1], estudiantes de las Escuelas, Colegios, con sus peculiares indumentarias, insignias y estandartes, según su antigüedad, seguidamente las Religiones,[colegios-convento, seculares y regulares], cada una con la presidencia que le correspondía, 1000 religiosos, luego seguía el número de la clerecía que fue de 1300 clérigos, hubo 150 estandartes y 90 cruces y mangas de cruz, de gran riqueza. Sacaron más de 100 insignias de santos.
Intercalados entre los componentes del cortejo, de trecho en trecho, iban los danzantes que ejecutaban sus bailes y cantos:
“hubo veinte y cuatro danzas, todas diferentes, con extraños aderezos de muchas galas y muchos coros de música, con muchos versos y motetes y chanzonetas, a la limpia Concepción de nuestra Señora”.
Cerraban la procesión las autoridades – Rector de la Universidad[2] y el Abad de la Magistral- y “muchos grandes de Castilla y títulos que por prolijidad se dejan de decir”.
En cada esquina del recorrido había un altar procesional ricamente adornado, delante del cual hacía parada la devota y bellísima imagen de Ntra. Sra. de la Concepción, suntuosamente ataviada:
“la imagen de la Virgen de la Concepción, que de ser milagrosa su hechura, en perfección de bien acabada y adornada de joyas preciosas y de diamantes, que deslumbraba la vista de su resplandor”.
3.1.-LOS ALTARES PROCESIONALES.
Pondera el cronista y dice que en la riqueza del altar menor “se apreció más de millón y medio de mrs”.
Era tradición, en estos solemnes actos religiosos, el levantar altares proce-sionales, que se adornaban con imágenes ricamente ataviadas, singulares piezas de orfebrería, suntuosos doseles y tapices, cortinajes, objetos varios, arcos, enramadas, flores alfombrando el pavimento; así pervivirá también en el siglo XVIII:
“El P. Fray José Seseña, sacristán del convento de san Diego, hizo un altar adornado de relicarios preciosos, muchas reliquias y un arco donde estaban abrazados los Patriarcas sto Domingo y san Francisco de Asís, y otro arco donde estaba Nuestra Señora de la Concepción “que era el superior”
“Los PP. Clérigos Menores, a la puerta de la iglesia hicieron un altar de tres caras, con un arco al final con Nuestra Señora de la Concepción, muchas láminas, alhajas de plata y espejos, repartidos en sus gradas, y los lados del altar tenía “una muy rica colgadura de Damasco carmesí”
En otro altar estaba
“De la viuda de D. Juan de Canencia, una imagen de Nuestra Señora de la Concepción grande con corona dorada (sic)[3].
Admira el narrador las hermosas colgaduras, seguramente tapices, que engalanaban las calles del recorrido, y nos desvela el dato de ser cedidas para la ocasión por la nobleza de Madrid, “el rico vecino”, o “la famosa Villa y Corte, la gran Madrid” la cual proporcionó joyas y adornos para la ornamentación de la fiesta, seguramente impulsados por el deseo del rey.
Otras variedades de telas ricas y raras estaban situadas como doseles enmarcando y cubriendo el altar, seguramente telas tejidas con hilos de plata o de oro, tisú:
“tanta rareza de telas de roto [oro ] fino de diferentes colores, que parecía que se había juntado la riqueza del Potosí”.
No estarían a la zaga los gremios de tejedores de lienzos y sayales, así como los de paños y sedas, que tan abundantemente participaron en la procesión de canonización de San Juan de la Cruz, en diciembre de 1726.
Como era habitual en estos eventos los elementos decorativos efímeros, sumados a los luminosos fueron muy abundantes, también había cartelas, jeroglíficos: “poesía mural” con versos en “honor de aquel santísimo Misterio”.
4.- LA MAGISTRAL: MISA SOLEMNE, JURAMENTO Y VOTO:
Se nos refiere como al llegar a la iglesia Magistral, engalanada para la ocasión, se puso la imagen de la Virgen de la Concepción [procedente de los franciscanos de Santa María de Jesús y suntuosamente vestida y alhajada] en un trono. El Abad celebró misa solemne. En el ofertorio, como Cancelario que era de la Universidad, tomó el juramento y voto de defender la Concepción Inmaculada de Nuestra Señora, a los graduados universitarios, ante un misal. Don Diego de la Fuente, como Rector, juró en primer lugar, y a continuación lo hicieron los demás graduados por orden de su antigüedad.
La relación valora mucho el sermón del padre jesuita Horencio que fue el encargado de realizarlo en un día tan señalado.
Regresó la procesión, después de cinco horas, al Colegio Mayor a la una del mediodía.
Se sorprende el cronista de la gran cantidad de gente que participó en el acontecimiento, en los actos religiosos y festivos, y el hecho de no haber ocurrido nada desagradable, gracias a la intervención de la Madre de Dios.
3.- Espectáculos populares: corridas de toros, teatros, juegos de cañas, suizas, luminarias, bailes y comedias.
El día 8 de septiembre, se hicieron representaciones teatrales en la plaza de Santa María y ante el Colegio de san Ildefonso y se realizó una corrida de toros[4].
Esto también sucedía en la Villa de Madrid, las corridas realizadas en su monumental Plaza Mayor, gozaban de gran renombre. El gobierno de la Villa costeaba las corridas ordinarias que se celebraban durante las fiestas de San Isidro, San Juan y Santa Ana, valiéndose de los toros, ganaderías de sus riberas, del Jarama. Las corridas extraordinarias, presididas por el rey, eran costeadas por monarca, celebrándose con gran lujo y esplendor.
Conocedora la Universidad de esta particularidad ganadera, quiso para la ocasión disfrutar de los mismos, “los toros de las riberas del Jarama”, por ello el cronista se hace eco de la preparación de la Plaza del Mercado por los ganapanes, limpiando el recinto, cerrándolo y situando las talanqueras[5], del número abundante de reses 28, de los espectáculos consiguientes, y del modo de torear, la bravura y singularidad de las reses, así como la gran afluencia de público, “se descolgó todo Madrid”, que hubo los días posteriores:
“Al día siguiente se trajeron veinte y ocho toros los más bravos que se pudieron hallar en toda la ribera del Jarama, a la fama de ellos se puede creer que se despobló medio Madrid de damas y caballeros para verlos, y aun para jugar las cañas, corriéndose dos días arreo con extraordinario regocijo, que hubo harto que ver por haber sido los toros extremados, hubo muchos rejones y lanzadas muy de ver, aunque ninguna desgracia en persona. El día siguiente hubo otros catorce toros y juego de cañas de seis cuadrillas de a diez caballeros, con tanta rareza de telas de roto fino de diferentes colores, que parecía que se había juntado la riqueza del Potosí para esta fiesta, pues se sabe por muy cierto que casi no hubo grande en Madrid que no diese lo mejor de su casa para este día”. “… los toros fueron así mismo extremados, y hubo ni mas ni menos que el día de antes muchos rejones y lanzadas”.
Y como era costumbre en las fiestas solemnes, hubo juegos de cañas, suizas, luminarias y comedias.
Concluyó la jornada festiva pacíficamente, a pesar de la aglomeración de personas “tanta máquina de gente de Madrid”, no hubo incidentes, debido a la protección de la Virgen Nuestra Señora la Inmaculada Concepción:
“Seguíanse a la noche las luminarias y comedias, y todo con tanto orden y concierto que bien parecía que le daba la Autora destos regocijos, pues con haber tanta maquina de gente de Madrid, y aquellos alrededores no sucedió desgracia ninguna”.
Los demás días de la octava, siguieron las luminarias por toda la Villa y concluyeron con “un gran sermón que se hizo en el colegio de San Ildefonso, y otro en la colegial de San Justo y Pastor”.
Hemos visto y trabajado el juramento efectuado por la Universidad, con el rector a la cabeza; el Ayuntamiento refrendó solemnemente su juramento y voto de la Inmaculada Concepción en presencia del cabildo Magistral, fue el día 26 de abril de 1625. Actas del Ayuntamiento del 11 de mayo de 1625.
5.- JURAMENTO Y VOTO DEL AYUNTAMIENTO:
En la octava de la Natividad de Santa María, el Ayuntamiento celebrará en la Magistral su propio juramento, voto, y fiesta.
Hicieron el juramento el Corregidor, el Procurador general, los Regidores, Notario, Secretarios y Alguaciles en nombre de todos los vecinos. Dio fe del acto el secretario de turno. Los gastos de las fiestas corrieron por cuenta del Concejo.
Hemos visto cómo van a trabajar unidos en reconocer el misterio inmaculista, y en dar brillantez a la festividad de la Natividad de María, en defensa de su Inmaculada Concepción.
5.1.- RENOVACIÓN DEL JURAMENTO Y VOTO DEL AYUNTAMIENTO POR DEFENDER LA INMACULADA CONCEPCIÓN (26-4-1625).
Llegado el día señalado, por la mañana, precedidos de los maceros[6] y “en forma de ciudad”, es decir, la corporación municipal en pleno, fue a la Iglesia Colegial de San Justo y Pastor de esta villa, para celebrar la santa misa. Dicha Corporación estaba compuesta por el Sr. Corregidor, Procurador general, Regidores, Secretario y Alguaciles; una vez en la Magistral y al llegar el momento del ofertorio, estando arriba en el altar mayor, los Srs. Abad Mayor, dignidades y canónigos y racioneros de la Iglesia, los Señores Justicia y Regimiento de esta Villa, que estaban en la dicha misa mayor hicieron juramento en la forma siguiente:
“Nos el Doctor don Gutiérre Márquez de Carriaga, Corregidor de esta muy noble Villa de Alcalá y don Pedro de Guzmán de Herrera, Gaspar Torres de la Fresneda, don Diego Páez de Saavedra, don Andrés Hurtado de Santarén, Juan Hurtado de Montalvo, don Francisco del Mármol, don Francisco de Tamayo, don Diego Verdugo y Salcedo, don Jerónimo de Medina Lasso, don Diego de Salazar Arminaque, y don Francisco de Frías Zerón, Regidores y Don Felipe de Castro, Procurador General, de que yo el presente escribano del ayuntamiento doy fe= decimos que por cuanto la serenísima Virgen María madre de Dios y Señora nuestra tiene ofrecida su ayuda y amparo a todos los que procuraren cuanto es de su parte engrandecer sus heroicas y casi divinas virtudes y excelencias sobre todos los santos de la Iglesia de su benditísimo Hijo = por tanto por haber sido en esta santísima señora una y singular entre todas las humanas, puras criaturas el haber sido concebida sin pecado ni mácula original, por especial privilegio de Dios, Nuestro Señor, y esta Santa y eruditísima Iglesia de esta Villa de Alcalá y Universidad lo sienten así y tienen jurado de sentirlo y defenderlo mientras otras cosas no se determinare por la Santa Iglesia Católica= Prometemos, ofrecemos y juramos, por Dios nuestro Señor y los Santos Evangelios en los cuales en protestación de esta verdad y juramento, ponemos las manos de sentir lo mismo en la forma y manera que comúnmente se siente por todas las Comunidades graves que lo tienen jurado y nosotros cada uno lo sentiremos y defenderemos así en cuanto nos fuere posible ahora y siempre y de hacer que nuestros sucesores Corregidores que por tiempo fueren y demás Regidores de esta misma Villa lo juren en su ayuntamiento al tiempo de darles la posesión de los tales oficios y que ansí lo cumpliremos todos y cada uno de nos por lo que le toca a sí nos ayude Dios y su Santa Madre amén = el cual dicho voto se hizo en presencia de mí Felipe del Castillo escribano del Rey nuestro Señor, público del número y ayuntamiento de esta Villa de Alcalá y notario perpetuo de la audiencia arzobispal de esta Villa de Alcalá. Y pasó e se hizo en la forma dicha de que doy fe y lo signé”.
Felipe del Castillo (rubricado), más otras rúbricas[7]. (Doc.11)
Como vemos el Ayuntamiento, representante del pueblo alcalaíno, quiso testimoniar su devoción a Santa María, en su Concepción Inmaculada, renovando el voto de defender este misterio, con unas solemnísimas fiestas y actos religiosos.
5.- CONCLUSIONES
A través del trabajo en sí, y del estudio de la narración de la fiesta de la Defensa y Voto de la Concepción Inmaculada, 1617, hemos querido significar, la devoción a la misma, sin que perdamos de vista que este hecho y festividad se inserta dentro de un contexto más amplio y religioso, junto a otros acontecimientos y festividades religiosas, como he citado, propias de un siglo de ferviente devoción mariana y demostración del fervor del pueblo complutense por sus santos expresado en beatificaciones, canonizaciones, etc.
Por medio de ella he apreciado la inquietud y devoción de una nación, y más concretamente de la Villa complutense, con el arzobispo, clero, concejo y sus reyes a la cabeza, con el anhelo de conseguir el dogma inmaculista, algo que para ellos, en general, estaba asumido, era creencia enraizada, como era la Concepción Inmaculada de Santa María.
Constatamos cómo la devoción a la Inmaculada Concepción, está entrañada en el pueblo, en general: presente en los saludos, los testamentos, toma de posesión de cargos concejiles, magistrales, académicos, más en las Ordenanzas gremiales, de cofradías, etc, todo ello se hará patente, visible en las fiestas celebradas en su honor, como crisol que aglutina y funde todas las expresiones de afecto y devoción a Nuestra Señora.
Vimos en la procesión, la masiva participación de todos los estamentos ciudadanos, eclesiásticos, (Cabildo magistral con su abad, religiosos conventuales y regulares, sacerdotes seculares), académicos, nobleza urbana y togada, corporación municipal (corregidor, procurador general, regidores, secretario, escribano), con sus nombres concretos, y el pueblo llano en general.
Destacamos la presencia, entre otras, de personalidades académicas (rector, deán, consiliarios, doctores, catedráticos, teólogos, médicos, maestros de artes, ..), de una población estudiantil heterogénea, variada, en su procedencia de origen geográfico, así como estamental. No olvidemos que a Alcalá vienen a estudiar numerosos hijos de la alta nobleza, hijosdalgo, burgueses adinerados y ricos terratenientes, que junto a los universitarios – religiosos, cada uno de diferente Comunidad y Provincia eclesiástica, consecuentemente, con características propias, conformaban un abigarrado conjunto estudiantil de arrolladora vitalidad y multicolor indumentaria.
Apreciamos las diversas y abundantes muestras de obras artísticas, en las diferentes imágenes de talla que cada altar tenía de los titulares de la Comunidad religiosa que lo había preparado.
Igualmente la abundancia de las artes decorativas en objetos de plata: en los cetros y mazas, insignias de todo tipo, tanto del Colegio Mayor, como del Ayuntamiento y Cabildo de la Magistral; cruces procesionales, incensarios, salvillas, aguamaniles; estandartes procesionales y académicos, guiones, ricas telas en los frontales, ternos, mangas de cruces, indumentaria, tapices, doseles, almohadones, sitiales y ornato festivo en los balcones, ya textiles con mantones, tapetes, sábanas bordadas, como vegetales. A ello hay que sumar la presencia de los elementos decorativos efímeros en arquitecturas, arcos tanto de madera, cartón y telas, bien decorados, con jeroglíficos, cartelas, emblemas, de arbustos, alfombras de flores, juncos, ramajes…etc, tanto exteriores como en el interior de los templos.
Subyace en estas manifestaciones religiosas un marcado carácter pedagógico, muy propio de la Iglesia postridentina, evidenciado a través de las procesiones, con sus múltiples expresiones artísticas, musicales, literarias, lúdicas, ..
Así mismo podemos rastrear otras intenciones, como vimos:
- Reforzamiento de la autoridad, tanto real, arzobispal, papal y del concejo.
- Destacar la intervención de los monarcas españoles en el empeño de la defensa y voto de la Inmaculada Concepción, más que los monarcas europeos, con ello se trataba también de demostrar al Papa su preeminencia.
- Mostrar al pueblo, en general, la actuación de la monarquía en su búsqueda “del bien común”, tanto en lo urbanístico como en el trato armónico de la sociedad, con la presencia del rey, ya real, como representada.
- Velar, un poco, la problemática nacional, para transmitir una sensación de seguridad, prosperidad y fortaleza.
- Hacer notar las normativas gremiales del momento. La abundancia de objetos de plata, suntuosos tejidos etc, manifiesta la bonanza de los tiempos, con la prosperidad de los gremios.
Hemos podido seguir el desarrollo de los actos como “testigos oculares” de los mismos, por la frescura, el entusiasmo y la cantidad de datos aportados en su minuciosa descripción y la enumeración de actos, abundante participación y objetos reseñados.
Todo lo expuesto nos habla del gusto exagerado por lo escenográfico, la ornamentación del espacio arquitectónico, así como la conjunción de distintas artes, esculturas, la música, la danza, los certámenes literarios, las alegóricas representaciones teatrales, la abundancia de la naturaleza, enramadas, aromáticas hierbas del recorrido procesional, sumadas al incienso, todo ello potenciando lo espectacular, del rito y del culto, para que entrando por los sentidos, se asimilasen los variados mensajes y retuvieran en su memoria lo vivenciado.
En definitiva, hemos visto al hombre vivo, complutense y foráneo, cualquiera que fuera su estamento social, tratando de testimoniar, de hacer patente, el objeto de La Defensa y Voto: El reconocimiento de la Concepción Inmaculada de la Virgen María. También constatamos cómo el S.XVII fue el siglo de oro de la mariología española.
[1] Este dato no consta en los textos citados, pero si fue así pues el Colegio Mayor poseía no sólo mazas de plata sino también cetros que portaban los bedeles en acontecimientos singulares como el citado, pues las Constituciones les asignaba también este cometido:
“Ítem, que los vedeles maestro de ceremonias y alguaciles/ de la universidad bayan regiendo las procesión/es o las personas a quien el Retor lo encargare”. MUÑOZ SANTOS, Mª E., Ob, cit. GONZÁLEZ NAVARRO, R., ob, cit, pg. 182.
[2] Esta relación no se corresponde con lo prescrito en las Constituciones Cisnerianas, y normativa posterior. Según el documento consultado el orden protocolario era así:
“Ítem que en las dichas procesiones y en todos los actos que se congregare Universidad, se guarde el orden y prelación de lugar, como esta constitución dispone, de manera, que en el primer lugar de todos vaya el Rector llevando a la mano derecha el cancelario, y a la mano izquierda el Deán de la facultad de Teología, luego sucesivamente vaya toda la facultad de Teología, luego suceda la facultad de Cánones, y luego la de medicina, y luego la de Arttes, llevando el primer lugar de cada facultad el Decano della, y después los Graduados, doctores y Maestros conforme a la antigüedad de su Grado, con tanto, que en las dichas procesiones, y en las ottras congregaciones, en que han de estar con insignias, las lleven bestidas y puestas y sino las llevaren, no gocen de la antigüedad y derechos de su Grado…” AHN. Sección de Universidades. Legajo 571 (1). Sf . (Documento nº 7).
[3] MUÑOZ SANTOS, Mª E., Fiesta religiosa barroca del primer tercio del s.XVIII en Alcalá de Henares. Canonización de los santos Estanislao de Kosca y Luis Gonzaga. III.E.H.V.H. Guadalajara 1992.P.805. I.EE.CC.
La Platería en los altares procesionales del S. XVIII. AA. Complutenses, IV-V. I.EE.CC. Alcalá de H. (1992-1993). Sabido es como de ultramar llegaban a España suntuosas y coloristas telas de seda bordadas con múltiples colores, junto con la plata y el oro. En la canonización de San Juan de la Cruz, (27/XII/1726), los mercaderes de paños y sedas de la ciudad hicieron en la Plaza del Mercado un altar con 232 piezas de plata, otro tanto sucedió en diferentes altares con motivo de las canonizaciones de los Santos Estanislao de Koska y Luis Gonzaga (27/10/1727).
[4] Las corridas se hacían en la Plaza del Mercado, previamente cercadas con palos y talanqueras así como por carros de los labriegos. Perpendicular a la misma estaba la Calle del Toril, donde se estacionaban a las reses, actualmente llamada Bustamante de la Cámara.
AHMAH. L/94 Encontramos la cita siguiente “Casas del Mercado de los toros”, es muy posible que haga referencia a las que dando a la Plaza del Mercado, Cervantes, se alquilaban para ver las corridas.
[5] Así lo hemos constatado documentalmente en otras celebraciones.
ALASTRÚE CAMPOS I., ob, cit, p.311, dirá : “la plaza se cerraba rodeándola de tablados y dejando al descubierto el balcón del Colegio Mayor; desde un extremo de éste hasta la puerta de los tablados se levantaron dos altos de proporcionada y vistosa arquitectura, el primero como defensa y el segundo dividido por pilastras en arcos con barandillas labradas sobre las que cargaban figurados cornisamientos rematados por pirámides. La plaza se adornaba además con ricas colgaduras, cubriéndose las barandillas con sedas” Ver también el trabajo de LA TORRE BRICEÑO, JESÚS A., La Fiesta Taurina en Alcalá de Henares. Cuadernos de Cultura complutense. Alcalá de Henares, 1997. Asociación Cultural “Hijos y amigos de Alcalá”.
[6] Los maceros fueron dos portando las mazas de plata labradas por Gabriel de Cevallos, y las otras dos de madera plateada; aún no se habían sustituido por las otras dos de plata de 1743, por Mateo Sánchez.
[7] AHMAH. Libro de Actas nº 8.