Alcalá vive el mejor Corpus Christi desde hace muchos años. El obispo Reig Pla inició el camino y su sucesor lo ha puesto a gran altura. Parroquias, cofradías, congregaciones, religiosos y seglares se han implicado como nunca y se ha realizado con gran devoción y espectacularidad la gran fiesta de gloria de Jesús Sacramentado. Alcalá puede presumir de celebración del Corpus Christi.
Alcalá, 2 de junio.- La ciudad de Alcalá y su obispado ya tienen su gran festividad del Corpus Christi. Probablemente la que soñaron los dos primeros obispos, Manuel Ureña y Jesús Catalá y que trataron de mejorar buscando las mejores fórmulas, y la que definitivamente comenzó a transformar sembrando las raíces de lo que hoy es la celebración en la capital diocesana, en la sede episcopal, el obispo Juan Antonio Reig Pla y que su sucesor ha elevado a lo más alto en muchos, muchísimos años.
Probablemente Alcalá no haya vivido una fiesta eucarística de tanta intensidad, devoción y brillantez desde la antigua fiesta de las Santas Formas antes de su desaparición. La implicación de parroquias, cofradías, congregaciones, de colegios religiosos, de seglares y ordenados ha sido mayor que en años anteriores y en ese sentido la labor pastoral del obispo Antonio Prieto ha sido enorme. La de Corpus es la gran fiesta de gloria para el catolicismo, la de Cristo Dios sacramentado y para la iglesia tiene tanta importancia que fiestas como la del Jueves Santo, que es la institución de la Eucaristía, como la Pascua de Resurrección o como el Nacimiento del Niño Dios.
Nunca han tenido tanto adorno las calles por las que pasó la custodia con el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Calles alfombradas con flores, ramos, plantas, con composiciones diversas realizadas en diferentes puntos por cofradías, parroquias, seglares e incluso por los scouts de la diócesis. Hasta la misma lonja de la Magistral Catedral estuvo engalanada. También hubo más altares; se unió el de la cofradía del Resucitado y de la Virgen de la Salud con la participación del colegio Sagrado Corazón de Jesús, de las Filipenses. Estuvo también el altar de la cofradía del Cristo de la Agonía en la calle Santa Úrsula, el de la Patrona y alcaldesa de la ciudad, la Virgen del Val, en la puerta del Ayuntamiento donde además de la junta de gobierno de su cofradía estuvo la alcaldesa Judith Piquet para recibir al Santísimo.
También estuvo el altar de la cofradía del Cristo de la Esperanza y el Trabajo en la plaza de Cervantes y el de la Virgen de la Soledad coronada.
En cuanto a la procesión, contó con la participación de todas las cofradías penitenciales y de gloria unidas en torno a Cristo Sacramentado. Todas ellas lucieron sus estandartes. También desfilaron los niños de Primera Comunión, un pequeño grupo de los aproximadamente 700 que la han tomado este año.
Por lo que respecta a la música la pusieron la Agrupación Musical Jesús de Medinaceli y la Banda de Palio de Juventudes Musicales. En primer lugar desfile la imagen de San Félix de Alcalá llevado en andas por la cofradía del Cristo de la Esperanza y el Trabajo. A continuación lo hicieron los Santos Niños Justo y Pastor llevados en andas por su asociación diocesana. El desfile lo cerró la custodia con el Santísimo Sacramento en un paso llevado a costal por la hermandad sacramental del Carmen.
Y tras la custodia desfilaron las autoridades religiosas encabezadas por los obispos titular y emérito, además de la curia episcopal y por los sacerdotes diocesanos y seminaristas. Miles de personas asistieron a la procesión.
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