El obispo complutense ordena dos nuevos diáconos en tránsito hacia su ordenación sacerdotal; la Iglesia alcalaína sigue por encima de la media de las diócesis españolas en cuanto a vocaciones y tiene un clero con una edad media de las más jóvenes de España.
Alcalá de Henares, 27 de octubre de 2024.- El obispo de la diócesis de Alcalá, monseñor Antonio Prieto, ordenó ayer diáconos a dos seminaristas en un orden transitorio hasta su ordenación sacerdotal para la que se están preparando. Se trata de Francisco Cordero Junquera y de Mikel Cacho Ruiz, de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Alcalá.
El templo catedralicio se llenó de familiares y amigos de los ordenandos, así como de religiosos y sacerdotes que quisieron acompañar a estos dos nuevos diáconos en una ceremonia muy especial puesto que los dos nuevos diáconos acceden a la última fase de su preparación para ser sacerdotes, Francisco Cordero en cualquier parroquia de la diócesis complutense a la que le destine el obispo y Mikel Cacho en el Oratorio de San Felipe Neri.
Diácono significa “servidor”. Los apóstoles instituyeron esta figura para atender a las viudas y huérfanos de Jerusalén.
Hay dos tipos de diaconado, el transitorio -quienes se ordenan diáconos como etapa previa a ser presbíteros- y el permanente -quienes toda su vida serán diáconos-. Pueden ser hombres casados.
El camino para ser sacerdote es gradual y el primer paso es ser ordenado diácono. A ellos se les conoce como Diáconos Transitorios, después se les ordena como presbíteros, y a algunos de ellos posteriormente se les ordenara sacerdotes.
Un diácono puede bautizar, preservar y distribuir la Eucaristía, asistir y bendecir una boda, llevar el viático a los moribundos, leer las Santas Escrituras a los fieles, instruir y exhortar a la gente, presidir la adoración y la oración de los fieles, administrar los sacramentales y presidir ritos funerarios.
El obispo en su homilía destacó que «en el centro de nuestra celebración de hoy, todos podremos contemplar el gesto de la imposición de manos del obispo, con la oración consacratoria, que es el signo sacramental de la ordenación. Por medio de este gesto, nuestros candidatos recibirán el sello imborrable del Espíritu Santo, que los configurará a Cristo, que se hizo ‘diácono’».
«La espiritualidad del diácono es la del servidor. En la primera carta a los Corintios, San Pablo, dirigiéndose a los que somos ministros de la Iglesia, nos recuerda que lo más importante es que la gente vea en nosotros ‘servidores de Cristo’, y servidores que sean fieles. Los ministros de la Iglesia somos administradores de un tesoro que no es nuestro. Algún día tendremos que rendir cuentas del don recibido. Por eso, no busquemos nunca alcanzar poder, ni prestigio, ni estima de los demás. Hemos venido a dar la vida por las ovejas, no a quedarnos con su lana, su leche o su carne. Hemos venido a servir a la Iglesia, como ella quiere ser servida, no a servirnos nosotros de la Iglesia, para nuestros intereses egoístas», indicó Mons. Prieto.
El obispo complutense se dirigió a los nuevos diáconos diciendo «queridos Francisco y Mikel, para ser buenos siervos tenemos que estar muy unidos a Cristo, para que él nos comunique su bondad. Nos convertimos en siervos buenos mediante nuestra relación viva con el Señor. Que Cristo nunca sea para nosotros una idea abstracta, sino una persona viva, amada apasionadamente. Ahí está nuestro tesoro, por el que merece la pena vender todo lo que tenemos, y por el que consideramos basura todo lo que no puede ordenarse a Cristo. Un servidor de Cristo vale lo que vale su oración. Una oración que ahora os comprometéis a ofrecer por el bien del pueblo santo de Dios».
Mons. Prieto Lucena concluyó su homilía diciendo: «queridos Francisco y Mikel: la Iglesia necesita ministros santos. No os dejéis dominar por la tibieza ni la mediocridad. Desde la santidad y la comunión, seamos misioneros de la acogida y la esperanza. Quiero felicitar a vuestras familias, que hoy reciben una bendición especial de Dios, en su hijo consagrado para el servicio de la Iglesia. Gracias, queridas familias, por vuestra colaboración decisiva en esta obra de Dios. Y quiero felicitar también a los formadores del Seminario y de la Congregación del Oratorio, que hoy pueden contemplar el fruto de muchos años de trabajo y preocupaciones. Gracias también a los sacerdotes que de diversas maneras han contribuido a la buena formación de estos candidatos. Dios os lo pague. Ntra. Sra. la Virgen del Val, los Santos Niños y San Diego de Alcalá intercedan por nosotros. Que así sea».
La Eucaristía concluyó con los nuevos diáconos llevando, junto al obispo, una ofrenda floral a la Virgen del Val, en su capilla lateral en la Catedral-Magistral de Alcalá.