Alcalá de Henares, 10 de noviembre de 2024.- El obispo de la diócesis de Alcalá, Antonio Prieto, el obispo emérito, Juan Antonio Reig Pla, el segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Alcalá, Victor Manuel Acosta, el tercer teniente de alcalde, Gustavo Severien, el concejal Vicente Pérez Palomar, la presidenta de la Asociación de Empresarios del Henares, Laly Escudero y el presidente de la Sociedad de Condueños, José Félix Huerta, asistieron anoche a la gala benéfica de la Casa de Acogida San Juan Pablo II, perteneciente al obispado de Alcalá y gestionada con voluntarios por Cáritas Diocesana. La cena se celebró en el Parador de Alcalá. También asistieron entre otras personalidades, el profesor de la Universidad de Alcalá, Javier Rivera, y el vicario general de la diócesis de Alcalá, Alberto Raposo, además del director de Cáritas Diocesana, Ricardo Ballesteros, y la responsable de la Casa de Acogida, Mercedes del Amo.
La Casa de Acogida San Juan Pablo II cumple en Alcalá una labor asistencial esencialmente para quienes no tienen donde dormir y qué comer, es decir, para los sin techo. Su proyecto fue desarrollado por Juan Antonio Reig Pla en su episcopado y tuvo el protagonismo de su vicario general, Florentino Rueda y la oficina técnica del obispado alcalaíno con su máximo responsable el arquitecto José Luis González Sánchez.
Fue el 12 de diciembre de 2015 cuando, el Obispo de Alcalá de Henares, Mons. Juan Antonio Reig Pla, bendijo e inauguró la Casa de Acogida San Juan Pablo II, sita en la Calle Santo Tomás de Aquino, n. 5, de la Ciudad de Alcalá de Henares.
El coste de las instalaciones fue sufragado por el obispado y por muchos fieles, que aportaron voluntariamente el 1% de sus ingresos anuales. El edificio restaurado está situado en el complejo de la antigua prisión de Alcalá, en las proximidades del Parador Nacional de la ciudad de Alcalá de Henares; la Casa cuenta con algo más de 500 metros cuadrados en sus dos plantas, con cabida para que duerman una treintena de personas y para darles comida a otras 200. El edificio, que en su día ocuparon las religiosas de San Vicente de Paúl, está equiparado a la clase A en eficiencia energética lo cual implicará un ahorro importante.
Esta casa, junto con el Centro de Día “San Diego de Alcalá”, también inaugurado por Mons. Reig en el año 2012, es expresión de una fe que actúa y quiere aliviar el sufrimiento de los más pobres y sufrientes: dando de comer al hambriento, dando de beber al sediento vistiendo al desnudo, dando posada al que no tiene techo, etc. La Diócesis Complutense, en este Año Jubilar de la Misericordia que ha convocado el Santo Padre, se une a la voz del Papa Francisco para invitar a todos a practicar las obras de misericordia: “Lo que hagáis con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hacéis” (Mt 25, 40).
“No es solo dar comida y cobijo sino recuperar personas. A esta casa acuden personas que, por ejemplo, se han quedado sin trabajo, sin sustento, y que necesitan una ayuda para volver a empezar”, dijo Mercedes del Amo en declaraciones al semanario PUERTA DE MADRID. La Casa ayuda a sus acogidos pero, como dice el clásico, más que darles un pez lo que hace es “enseñar
a pescar”. La Casa forma parte de un proyecto más amplio, el proyecto “Sin hogar”
que, por así decirlo, tiene dos patas: una asistencial, que es la que presta la Casa y otra de recuperación social. Los acogidos en la Casa se comprometen a seguir un
programa de reinserción social y laboral definido en un centro ocupacional que les marca pautas y objetivos. Dichas pautas y objetivos deben ser observados por los
acogidos para ganarse el derecho a estar en la Casa y su grado de cumplimiento es objeto de control. Por ello, insiste su responsable, “nosotros no nos limitamos a dar de comer y un sitio donde dormir, sino que invertimos en las personas para que, superado el bache que las ha traído hasta aquí, consigan valerse por sí mismas”.
Modernas y pulcras instalaciones
Las dependencias de la casa son muy modernas y tienen una exquisita pulcritud. Su cocina es digna del mejor de los restaurantes y tiene una excelente despensa, un gran comedor y una zona de estar con su televisión.
Dispone asimismo de 18 habitaciones y unos también modernos y funcionales cuartos de baño. Hay también una fabulosa capilla, cómoda y muy bien iluminada, en la que todos los domingos se dice misa a las 19:30 h. Un servicio religioso que –nos insiste del Amo– no es solo para acogidos y voluntarios, sino que está abierto a todos.
15.000 comidas y 6.500 pernoctaciones anuales
El “cuaderno de gestión” de la Casa presenta cifras impresionantes: casi 15.000 servicios de comida al año entre almuerzos y cenas y más de 6.500 pernoctaciones. Y hablando de comida… la calidad de la misma es extraordinaria. Los productos empleados son de primera calidad y de que esto sea así se asegura el equipo de compras. Y ¿qué se come? Los menús, nos explica la responsable, están diseñados por una doctora nutricionista para garantizar que sean equilibrados y nutritivos. Asimismo, insiste Mercedes, “cumplimos a rajatabla todos los requisitos sanitarios y de control. Todos nuestros voluntarios de cocina tienen el carnet de manipulador de alimentos y existe la máxima garantía sanitaria en todos nuestros procesos”.
Para llevar a cabo esta ingente labor la Casa cuenta con un equipo de unos 150 voluntarios, cada uno con una misión: cocinar, servir la mesa, hacer compras, transporte de mercancías… un súper equipo dividido en equipos más pequeños.