Hace unos días he entrado en la cuarta etapa de mi vida, ese periodo en el que «los años que tenemos son los que nos faltan por vivir» en palabras de Caballero Bonald, lo que me permite ver la actualidad diaria desde el punto de vista de quién, siendo un niño, se duchaba en el patio de su casa con una goma que unía un grifo comunal a un bote de hojalata de tomate de cinco kilos con muchos agujeros en una de sus tapas, por dónde salía el agua, siempre fría, artesanía de subsistencia de mi padre, hasta haber degustado en mi madurez humana y profesional los más olorosos y placenteros baños en los principales hoteles de España y de medio mundo.
Y he llegado a la conclusión que las dos cosas que más me molestan es que me mientan y que alguien me trate como si fuera tonto, o sea, falto de entendimiento o raciocinio.
Para lo de la mentira, es fácil tirar de hemeroteca porque si de mentir se trata, en España tenemos a Pedro Sánchez que «Miente más que parpadea» —sigue a la venta en Amazon— y que salvo que en el futuro alguien legisle que el pasado no ha existido, quedarán para la historia sus declaraciones:
“No dormiría por las noches con Podemos en el Gobierno”; “Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo 20 veces”;. “La Fiscalía depende del Gobierno”; “Invito a los españoles a desconfiar de quienes ofrecen falsos remedios a enfermedades
reales”; “Los políticos tenemos que afrontar nuestra propia regeneración, que tiene que ver con el fin del aforamiento, fin a los indultos de carácter político y, sobre todo, de esa injerencia en el poder judicial”; “El Estado debe intervenir en el funcionamiento de los partidos políticos. Quiero que todos los políticos tengan aforamiento cero, así como primarias abiertas”; “No encuentro ninguna razón que explique por qué los partidos están presentes en la institución que los fiscaliza”.
“Estoy dispuesto a que el Partido Socialista no proponga a los miembros del CGPJ …. Creo que tiene que ser una comisión de expertos quien filtre a aquellas personas que se consideren capaces de gobernar a los jueces”; “Debemos mantener el poder adquisitivo de pensiones públicas. Nada de copagos de medicamentos”; “Quiero que el Partido Socialista sea el partido de la honradez intransigente, y no se puede decir que el PSOE en Andalucía no haya actuado con contundencia”; “Quiero cambiar mi partido para cambiar la política y dar un giro a la izquierda”; “No tengo nada que ocultar”; “Clarísimamente ha habido un delito de rebelión”. Fecha 17 de mayo de 2018 sobre el Golpe de Estado catalán; “El indulto -refiriéndose a Cataluña- es una figura necesaria en determinados momentos. Ni cuestiona ni revoca la sentencia firme condenatoria. Simplemente se trata de otro plano, ya no el judicial”; … “Por supuesto, no nos engañemos, no pensamos que quienes aspiran a la independencia vayan a cambiar de ideales. No esperamos tal cosa”.
Antes de llegar a presidente del Gobierno declaró, sobre sus relaciones con Pablo
Iglesias, que “Las pocas veces que he podido hablar con él … Oye Pablo, ¿Qué te parece si recuperamos los convenios colectivos? Eso me parece fundamental, pero yo creo que es mucho más importante controlar a los jueces y a los fiscales. ¿Qué te parece si recuperamos la universalidad de la salud pública? Eso es importantísimo, pero qué te parece si controlamos a los espías y a los policías, eso es mucho más importante? ¿Qué te parece si reconocemos las becas como un derecho o defendemos a los autónomos? Eso es fundamental, pero antes tendremos que controlar la radiotelevisión española”.
En cuanto a lo de que me tomen por tonto —reconozco que han sido muchas las veces que yo he tenido que hacerme el tonto ante zotes con aires de grandeza— llevamos unos años que nuestros gobernantes nos tratan como tales, siendo tan indiscretos en sus aseveraciones y exposiciones que la parte —que los hay, y muchos— de sus propios compañeros socialdemócratas, de aquellos que fueron protagonistas necesarios en el reencuentro de todos los españoles, y de los siguientes, y de los actuales, de los que tienen completas sus meninges sin que hagan uso de ellas de manera fija discontinua, ya no los creen, miran al infinito con la mirada perdida escondiendo sus ojos por vergüenza, sabiendo que el final del camino al que estamos abocados no es aquel que su día nos trajo la igualdad, la separación de poderes, la libertad y la democracia.
A mí me preocupa esa pasividad. Ver cómo un vasco, con rictus de cadáver andante, llevaba a hombros el féretro de un compañero asesinado por un grupo terrorista, muda camaleónicamente a ser ahora amigo de quienes compartían más que paisanaje con los asesinos, a ayatola sanchista, y dice «solo tenían que darle a un botón» a quienes denegaron con su voto en el Congreso esa ley ómnibus que junta las churras con las merinas callando, por ignorancia o por lo que es peor, por tratar de compartir las mentiras históricas con las que nos ha obsequiado nuestro ínclito presidente, que se trataba de meter por la puerta de atrás subir el IVA a los alimentos; subir los impuestos al consumo de luz; recortar la financiación a las Comunidades Autónomas (en espera de regalarle 15.000 millones de euros a Cataluña, condición sine que non para que sigan en el poder); terminar con la propiedad privada mediante el blindaje de la ocupación y desamparo de los propietarios de inmuebles; y regalar el palacete de París al PNV, entre otras muchas cosas con las que nos están sodomizando desde hace tiempo.
«Solo tenían que darle a un botón» podría decírselo también a Putin, a Trump, a Xi Jinping, o a King Jong-un, y se quedaría tan tranquilo, eso sí, volatilizado mediante un holocausto nuclear.
En lo que se refiere al palacete de París, se pretende que se le devuelva por haber sido entregado al Gobierno franquista por los alemanes; si hubiera que devolver y rehacer todo lo que pasó —cuánto odio respiran algunas personas, olvidando que todos nos dimos un fraternal abrazo para empezar de cero—, los socialistas y comunistas tendrían que devolver el oro que desapareció de las Cajas del Banco de España, valor actualizado de treinta mil millones de euros, o los anillos y cruces cristianas de oro que incautaron, bajo pena de muerte, a los ciudadanos españoles para «contribución» a los socialistas y comunistas en la Guerra Civil.
El PNV dice que el inmueble que fue sede del Gobierno vasco ya es suyo porque que la cesión del edificio ya ha sido registrada y que se trata de un «acto (jurídico) ya
completado», por lo que no afecta que el decreto del Gobierno no se haya autorizado. Si eso fuera así, en las mismas circunstancias está la subida de mi pensión, porque con fecha anterior a esa votación parlamentaria, el Gobierno, por medio de la Directora General de la Seguridad Social del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración, me comunica, conforme al ordenamiento jurídico vigente, un pacto bilateral completado por haber recibido ya una parte alícuota de su importe, con prevalencia dominante por parte de la parte comunicante.
Cuando surgen todas estas diatribas, siempre me acuerdo de aquello que escribió Perich en el año 1971, haciendo chiste de un eslogan gubernamental contra los
incendios («si un monte se quema, algo tuyo se quema»), y que mi amigo Juanillo
Ardura, poeta manchego muerto en plena juventud en criminal curva, siempre decía
cuando acabábamos las noches conspiradoras que la realidad ha visto frustrada por la deriva en la que nos deslizamos: «Cuando un fundrio se escabronda, algo suyo se escabronda, señor conde».
Antonio Campos
Solo faltaba esto por ver…. ¡Torrejon en Fitur!, Qué desproposito, la próxima Coslada o Azuquexa.
Fitur está perdiendo el norte.