En lo que es una arraigada y emotiva tradición, la Fundación Rodolfo Benito Samaniego celebró el pasado lunes 10 de marzo la XXI edición de sus Premios Anuales. Estos premios coinciden con el aniversario de los atentados del 11 de marzo de 2004, en los que falleció el joven ingeniero de 27 años Rodolfo Benito, y de quien la Fundación recibe su nombre.
Inspirados en la memoria de Rodolfo, estos premios aspiran a rendir un homenaje constructivo, buscando en el recuerdo el apoyo necesario para proyectarse hacia el futuro con ánimo positivo y comprometido con la sociedad.
Los Premios Anuales reconocen a personas individuales y a colectivos que
destacan por sus aportaciones al fortalecimiento de los valores de convivencia y tolerancia, así como a jóvenes ingenieros que, como Rodolfo, realizan brillantes proyectos de fin de Máster con aplicaciones sociales. Los premios se estructuran en tres categorías y valoran dos aspectos: la innovación en el campo de la ingeniería y los valores de convivencia, un tributo colectivo a todas las víctimas del terrorismo que pretende, a su vez, incitar a la reflexión social.
El acto lo abrió, como anfitrión, el rector de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz, quien recordó los tristes momentos vividos el 11 de marzo en España y, particularmente en Alcalá, unos momentos en que “el mundo se paró ante la barbarie de unos atentados que conmovieron los cimientos de la sociedad”. Asimismo, el rector felicitó a los premiados y agradeció a la Fundación Rodolfo Benito la oportunidad y el honor que supone albergar la entrega de estos prestigiosos premios.
Premio Individual a los Valores de Convivencia
Tras la lectura del acta de concesión de los premios por parte de José Ignacio Martínez, gerente de la Fundación, el primer galardón de la noche fue para el profesor Fernando Manero Miguel, catedrático de Geografía de la Universidad de Valladolid entre 1981 y 2017 y actual profesor emérito de la misma institución. Incansable investigador y miembro de numerosos comités e instituciones científicas y sociales españolas e internacionales, el profesor Manero se mostró muy emocionado con la distinción recibida pues, según reconoció, “no se trata de un premio a la labor académica y profesional -de los que ha recibido tantos a lo largo de su carrera- sino un reconocimiento que incide sobre las cualidades humanas del que lo recibe”. Fernando Manero es, además, un destacado colaborador de la Fundación y, como dijo de forma muy descriptiva el gerente de la misma, José Ignacio Martínez, “un ejemplo del resplandor que brilla dentro de la institución”. El premio le fue entregado por Conchi Samaniego, la madre de Rodolfo.
Premio Colectivo a Ecologistas en Acción
El siguiente premio, el Premio Colectivo a los Valores de Convivencia, fue para
Ecologistas en Acción. Los representantes de esta agrupación se mostraron también muy emocionados al recibir el galardón al ver reconocida su labor en favor del “ecologismo social” y su portavoz, en su discurso de agradecimiento, quiso poner en valor el ecologismo, que considera “fundamental para proteger vidas humanas y no humanas y para frenar la emergencia climática y los territorios en peligro por proyectos destructivos del medio ambiente”.
La robótica con fines sociales, premio a la innovación tecnológica
El Premio a la Innovación Tecnológica recayó en el joven ingeniero Daniel Sotelo Aguirre por “el diseño y fabricación de un robot social para asistencia personal”. Daniel no pudo recoger el premio en persona porque se hallaba fuera de España por motivos profesionales, siendo su padre el encargado de recibirlo en su nombre. El discurso de agradecimiento, pronunciado por un colaborador de Daniel, puso de manifiesto la importancia de crear robots que interactúen de forma amable con las personas y sepan manifestar y reconocer emociones, especialmente en el caso de personas en situaciones de vulnerabilidad, soledad, ancianos o enfermos crónicos.
Menciones honoríficas
La lista de galardones la cerraron dos Menciones Honoríficas “ex aequo” a los también jovencísimos ingenieros Víctor Moreno Gutiérrez y María del Mar Martín Díaz por sus trabajos también relacionados con la robótica social.
Víctor bromeó con el complicado título del trabajo por el que recibió la mención:
“Desarrollo de autómatas celulares para la generación de estructuras basadas en superficies mínimas triplemente periódicas”. En palabras más sencillas y
comprensibles para el auditorio, el ingeniero explicó que se trata de aplicar la robótica en soluciones biomédicas, creando prótesis con una vida más larga y
que mejore la vida de los pacientes.
Por su parte, María del Mar recibió su mención por su trabajo “Diseño e implementación de una arquitectura modular para la gestión de servicios en un
robot social”. En su discurso, la ingeniera explicó que “el objetivo de su proyecto es utilizar la tecnología robótica para mejorar la conectividad entre robots y personas, consiguiendo una interacción fluida y natural”. María del Mar aprovechó también para reivindicar el papel de la mujer en el mundo de la ingeniería, un papel que hoy por hoy sigue siendo minoritario.
Intervención del ministro del Interior y de la presidenta de la Fundación
Tras la entrega de premios intervino el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska quien, tras recordar el tributo que todos debemos a las víctimas del terrorismo, resaltó el gran papel que realiza la Fundación Rodolfo Benito, así
como las asociaciones de víctimas para promover los valores de convivencia y
tolerancia. “No podemos cambiar el pasado -dijo el ministro- pero sí podemos
repararlo”.
El acto concluyó con la intervención de la presidenta de la Fundación, Ana Isabel Hidalgo, con un emotivo discurso en el que recordó el dolor causado por la muerte y ausencia de Rodolfo y de todas las víctimas del terrorismo y de la necesidad de sobreponerse a ese dolor. “El tiempo pasa de manera inexorable, pero el recuerdo de todas y cada una de las víctimas se mantiene y se mantendrá siempre”, afirmó Hidalgo, que continuó haciendo un llamamiento para que “ante ese paso inexorable del tiempo y de la inmediatez que caracteriza a la época en la que vivimos, hagamos un esfuerzo por transmitir un mensaje de calma, de reflexión y hablemos de valores”, unos valores que animó a las nuevas generaciones a mantener siempre vivos.
Fue, un año más, una ceremonia llena de recuerdos, emoción y esperanza que
este año estuvo adornada, además, con la exquisita sensibilidad de la cantante
y actriz sevillana Laura Alcoba, que interpretó con magistral elegancia temas de
Mecano, La Oreja de Van Gogh y Rosana.





