El título de esta carta fue el hilo conductor del programa de gobierno que la corporación municipal, en pleno y por unanimidad, aprobó en 1983 siendo alcalde Arsenio Lope Huerta. Uno de los hitos históricos de aquella legislatura fue el Convenio Multidepartamental, cuya firma supuso “la columna vertebral de la recuperación universitaria de Alcalá”, un objetivo prioritario y compartido por la sociedad alcalaína, el Ayuntamiento y la Universidad, que en aquellos años estaba dirigida por el rector Manuel Gala.
De toda la etapa democrática (esa que empieza a generarse en 1975, no con la llegada de los pobladores de Complutum), este convenio es sin duda alguna un elemento fundamental para entender la Ciudad Patrimonio que somos hoy. Y a pesar de eso, por desgracia, este convenio es el gran desconocido para una mayoría de nuestros vecinos y vecinas. En este 2025 se cumplen 40 años de aquel episodio determinante que marcó nuestro futuro.
Ese aniversario fue el motivo por el que, desde el Partido Socialista, propusimos en el último pleno generar un programa de actos divulgativos junto a entidades locales y otras instituciones, dando protagonismo a quienes vivieron en primera persona aquellos días y que aún nos pueden explicar cómo se gestó y desarrolló este momento clave tan, repito, ignorado incluso por algunos concejales de esta corporación. Esta era la idea. Así de simple y sin más vuelta. Quienes quieran comprobarlo, sólo tienen que buscar el texto de la moción en la página web del Ayuntamiento.
La respuesta del equipo de Gobierno, en boca de su concejal de patrimonio (que se enorgullece de ser historiador) fue, sencillamente, lamentable. En su turno, Vicente Pérez trató de minimizar el impacto del Convenio y distraer el foco de atención aludiendo a otros episodios de la historia de Alcalá, sin duda muy importantes, pero que no eran objeto del debate. Y lo más preocupante no fue ese intento de desviar el tiro, sino el tono empleado y los insultos que dedicó a quienes hacíamos la propuesta, buscando más nuestro desprestigio que una argumentación sólida que diera consistencia a su injustificada oposición. Una estrategia impropia de alguien que aspira a gobernar una ciudad con el peso histórico de Alcalá y que debería, al menos, evitar las mentiras y mostrar respeto por la historia que todos hemos construido juntos.
Como ya se imaginan quienes estén leyendo estas líneas, nuestra iniciativa no prosperó. Las personas que nos gobiernan votaron en contra del esfuerzo de una corporación municipal unida; votaron contra quienes creyeron en una Alcalá mejor y contribuyeron a su construcción. Votaron en contra de poner en valor nuestra historia, de enseñar a las generaciones presentes y futuras cómo desde el diálogo y la cooperación se puede hacer ciudad.
Es difícil no sentir tristeza al ver cómo un partido con peso en la historia de Alcalá elige el radicalismo y el frentismo en lugar del consenso. Todavía están a tiempo de rectificar, de dejar de ver en cada propuesta una batalla ideológica y de empezar a construir por Alcalá. Para hacer ciudad hay que tener visión de futuro y una planificación coherente, como la que tuvieron los firmantes de aquel Convenio. No reconocerlo es evidenciar que no están a la altura, ni de quienes les precedieron ni de la ciudad que tienen el deber de construir.