Alcalá de Henares, 4 de abril de 2025.- Nuestro querido colaborador Atilano Gómez de Agüero nos ha dejado. Esta madrugada ha fallecido en el hospital Príncipe de Asturias de Alcalá en el que había ingresado. Un agravamiento de su estado, sin que el personal facultativo pudiera hacer nada, ha acabado con su vida sumiendo a su familia en el dolor y a quienes formamos PUERTA DE MADRID y la edición digital Elpuerta.com en una profunda tristeza. Atila-no, como firmaba sus artículos, tenía 82 años de edad y algo que le ha identificado durante toda su vida, la pasión por su familia, de la que siempre hablaba con orgullo y felicidad: de su mujer, María Luz, de sus hijos Cristina, Atilano y Enrique, de su yerno Raúl, y de su nieta Sandra.
Atilano Gómez de Agüero de la Casa (Atila-no) nació en Alcalá en 1943; su familia procedía de Santa Olalla (Toledo) y tras aprobar un examen comenzó a trabajar en la sede del Banco Vizcaya cuando se abrió en la calle Libreros, esquina con la calle Tinte. Allí destacó por su profesionalidad y por su carácter alegre en la atención al cliente.
El amor que sentía por Alcalá le llevó a ser un columnista de largo recorrido en PUERTA DE MADRID. Aquí ha cultivado todo tipo de estilos, desde las crónicas taurinas y deportivas, hasta el relato de acontecimientos sociales y culturales; desde la entrevista como género periodístico, hasta el artículo costumbrista que ha sido con lo que nos ha deleitado en los últimos tiempos. ¡Cómo vamos a echar de menos su mirada nostálgica y poética de los escenarios que él vivió en la Alcalá de su juventud!.
Atila-no sufría mucho con la pérdida de amigos, de personas de su generación con las que compartía el placer de la conversación y también, por qué no, de la discusión. El sabía que el contraste de ideas y de opiniones también enriquece a sus protagonistas. Para Atila-no la muerte de amigos como el fundador de PUERTA DE MADRID, Sandalio San Román, eran puñaladas que sentía en el alma y que le dejaban cicatrices que le acercaban un poco más al desenlace de esta madrugada. En ese contexto su familia era para él sostén vital al que se agarraba para seguir cultivando la nostalgia hecha poesía que emanaba de sus artículos de esta última fase.
Nuestro querido Atilano tenía otra faceta cultural en la que también se involucró: la teatral. Con su jubilación y con tiempo libre, además de sus paseos pertrechado de cámara fotográfica, Atilano probó en el teatro aficionado como actor. Le gustó tanto que se quedó. Estuvo en grupos como Talía, Duelos y Quebrantos y en el TIA (Teatro Independiente Alcalaíno) donde se estrenó como autor teatral escribiendo ‘El usurero’ y ‘La truhana’, ‘El tributo’ y, en colaboración con Luis Alonso, ‘Las mozas de El Toboso’, ‘Los locos’, ‘Las bodas de Camacho’, ‘Los rebuznos’ y ‘El busto parlante’.
Se nos ha ido Atilano a quien de verdad apreciábamos. Seguramente allá donde esté recuperará el placer de la conversación con sus amigos tertulianos y paseará con ellos por las riberas de los ríos eternos, como hacía en este mundo terrenal por las orillas del Henares. Pero nosotros le vamos a echar mucho de menos. Nos va a faltar su siempre agradable compañía y sus nostálgicos y poéticos artículos. Descansa en paz, Atilano; descansa en toda la paz que mereces.
Atilano ha sido notario del costumbrismo alcalaíno, de la transformación de los carros de mulas para recoger la basura a los modernos trituradores actuales, de la cartilla de ahorros puesta al día de puño y letra, firmada por el apoderado de turno, a la máquina parlante que te atiende en el banco con un lenguaje preestablecido que no te contesta a lo que le preguntas sino lo que ella tiene programado, de un pueblo con grandes empresas e industrias a una ciudad de servicios, de la taberna de la estación a no encontrar plaza en la que pernoctar en Semana Santa, de obreros con mono de trabajo a las siete de la mañana a una universidad pujante y en vanguardia, de miles de soldados luciendo ufanos sus uniformes a pasar casi de tapadillo por haber jurado defender a la patria, de estudiantes sembradores de estrellas a globalistas desfacedores de presas y pantanos, de pregonar sus debilidades y sueños a conseguir una merecida reputación como persona y como escribidor.
Te echaremos mucho de menos, amigo. Las páginas del Puerta ya no serán lo mismo sin tus relatos. Supongo que ahora te podrás reunir en una tertulia literaria con otros que llenaban páginas contiguas a la tuya y que te han precedido en la marcha. A tu esposa, hijos y lectores, mi más sentido pésame. Un fuerte y eterno abrazo para ti, pero, eso sí, no tengas prisa porque nos encontremos.
Lo siento infinito. Atilano era una gran persona, un excelente conversador y un libro abierto sobre la Alcalá que yo no llegué a conocer. Fueron muchos años de compartir nuestra pasión por Alcalá. Doy mi más sentido pésame a la familia.
Descansa en paz querido compañero.
Jose M. Zuazua