Alcalá de Henares, 2 de enero de 2025.- La apertura del jubileo de 2025 en Alcalá se convirtió el domingo 29 de diciembre en un acontecimiento en el que participaron miles de personas con una peregrinación entre la iglesia de Santa María la Mayor en la calle Libreros, hasta la Catedral Magistral, donde más de un millar de personas participaron en la Eucaristía de apertura del Año Jubilar 2025 que prácticamente se llenó siendo necesaria la instalación de sillas en las naves laterales y en la girola del templo. Pero fueron muchas más las que lo hicieron en la peregrinación por las calles de la ciudad complutense desde la parroquia de Santa María la Mayor hasta la Catedral-Magistral, que se ha quedado pequeña a pesar de haber instalado sillas en las naves laterales y en la girola.
Más de 70 sacerdotes concelebraron la misa junto a Monseñor Antonio Prieto Lucena, obispo complutense; entre ellos monseñor Alberto Ortega Martín, nuncio de la Santa Sede en Venezuela y hermano del sacerdote diocesano complutense, Javier Ortega. La apertura dio comienzo a las cinco de la tarde en la parroquia de Santa María, en la calle Libreros. Allí se realizó el rito de la acogida, se proclamó el Evangelio y se leyó un fragmento de la bula ‘Spes non confundit’ por la que el Papa Francisco convocó el Jubileo 2025.
Seguidamente, el obispo bendijo las cuatro cruces que han sido elaboradas para cada una de las cuatro vicarías de la diócesis y que acompañarán durante todo el año a las peregrinaciones que se hagan desde las diferentes parroquias de todo el territorio diocesano. Finalizada esta acogida, se realizó una peregrinación hasta la Catedral-Magistral encabezada por la cruz y seguida por el Evangelio, el obispo, los sacerdotes y los fieles de las diferentes vicarías.
Una vez llegados a la Catedral-Magistral tuvo lugar la Santa Misa en la que el obispo dijo en la homilía que “acabamos de vivir el signo de la peregrinación hasta nuestra Catedral Magistral. Hemos venido caminando juntos, como pueblo de Dios, precedidos por la Cruz de Cristo, que es nuestra ancla de salvación. La Cruz de Cristo es signo de la esperanza que no defrauda, porque está fundada en el amor de Dios, misericordioso y fiel. Es hermoso que la Cruz que nos ha guiado pertenezca a las Carmelitas Descalzas de nuestra ciudad, expresando la unión a nuestro Jubileo de todas las comunidades contemplativas de la Diócesis. De igual modo, también es significativo que los estandartes que han precedido la peregrinación de las diferentes vicarías territoriales hayan sido confeccionados por nuestros hermanos privados de libertad de la cárcel de Estremera. Con ello queremos expresar que la gracia del Jubileo es para todos, pero especialmente para aquellos que más sufren, a causa de la soledad, la enfermedad, la incomprensión o la falta de sentido”.
En otro momento de la homilía el obispo complutense dijo que “desde hace unos años, la familia está sufriendo un preocupante proceso de disolución. Los vertiginosos cambios económicos, políticos, culturales y tecnológicos, están privilegiando el ideal de un individuo autónomo y sin vínculos. En este ideal, la familia se ve como algo anticuado, superado o incluso como un estorbo, sobre todo para los poderes que quieren manipular al individuo para sus intereses egoístas. Ante la incertidumbre por el futuro, se va perdiendo el deseo de transmitir la vida. Las familias están sometidas a mucho estrés, por la falta de garantías laborales, de vivienda y de tutelas sociales, lo cual merma sus posibilidades de tener hijos, con la consecuente crisis demográfica que amenaza los cimientos de nuestra estructura social. Por eso, hoy más que nunca, la Iglesia y la sociedad necesitan una familia sólida en su identidad y en su misión”.
Monseñor Prieto recordó que “la Iglesia nos invita a ser peregrinos de esperanza. Esto significa renovar la esperanza en nuestro corazón, para convertirnos en signo de esperanza para los demás. Al comienzo de nuestro camino debemos preguntarnos: “¿tengo esperanza en mi corazón? ¿qué me está impidiendo vivir con esperanza?” A partir de estos interrogantes, peregrinemos hasta Cristo, que es el fundamento de nuestra esperanza. Cristo es la esperanza que no defrauda, porque su amor y su misericordia no nos faltarán nunca. A lo largo de la historia, Dios ha demostrado que su amor es fiel, venciendo la constante infidelidad del hombre. Dios prometió tierra y descendencia a Abraham; sacó al pueblo elegido de la esclavitud; hizo alianza con Moisés y ha cumplido todas estas promesas en Cristo, que habita en la Iglesia. La Iglesia lleva viviendo de la presencia y la promesa de Cristo desde hace más de dos mil años, en los que, a pesar de nuestros pecados, siempre ha experimentado el amor creativo y regenerador de Dios. Donde hay amor hay esperanza. Donde hay Dios, hay esperanza. Como decía el Papa Francisco el pasado día 24, “si Dios viene, aunque nuestro corazón se asemeje a un pobre pesebre, podemos decir: la esperanza no ha muerto, está viva, envuelve nuestra vida para siempre. La esperanza no defrauda”. Dios nos dice en esta tarde, a cada uno de nosotros: también hay esperanza para ti, porque Dios perdona todo, porque Dios perdona siempre”.
Los cuatro templos jubilares de la diócesis de Alcalá
La diócesis cuenta con cuatro templos jubilares. Además de la Catedral-Magistral (Parroquia de San Pedro Apóstol), se podrá ganar el Jubileo en:
· Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Algete.
· Parroquia de la Natividad de Nuestra Señora, en Mejorada del Campo.
· Parroquia San Sebastián Mártir, en Arganda del Rey.
Entre el 21 y 28 de febrero de 2025 habrá una peregrinación diocesana a Roma con motivo del Año Jubilar 2025.