Alcalá de Henares, 27 de diciembre de 2024.- Esta noche, la del 27 al 28 de diciembre, se cumple el aniversario de uno de los días más tristes de Alcalá de Henares. Concretamente se cumplen 189 años de la llegada a la ciudad del gobernador civil de Madrid, el liberal Salustiano Olózaga, para depurar a los catedráticos y funcionarios municipales desafectos al régimen liberal y decretar el cierre de los conventos masculinos y de los colegios-conventos, expulsando a los frailes de la ciudad. Esta fue la puntilla para la Universidad fundada por el Cardenal Cisneros que ya apenas duró un año resistiendo moribunda a un final triste que acabó con el esplendor complutense del siglo de oro. Por ser los días que eran, a aquella jornada histórica los alcalaínos acabaron por denominarla ‘La inocentada de Alcalá’, una inocentada tan triste como real.
El investigador histórico José Carlos Canalda, recuerda que los gobiernos liberales de la regencia de María Cristina rescataron el viejo proyecto de tiempos de las Cortes de Cádiz de crear la Universidad Central de Madrid, “lo que suponía una amenaza directa contra la continuidad de la Universidad alcalaína”.
En ese contexto Salustiano Olózaga, gobernador civil de Madrid, se desplazó esa noche de 1835 a Alcalá provocando una grave crisis al depurar a los catedráticos y funcionarios municipales desafectos al régimen liberal y decretar el cierre de los conventos masculinos y de los colegios-conventos, expulsando a los frailes de la ciudad. “De momento la Universidad se había salvado, pero según Vicente de la Fuente lo que quedó de ella era un simple cadáver que sólo sobrevivió un año escaso hasta su extinción definitiva”.
Cierto es que, según el investigador histórico complutense José Carlos Canalda, que “aunque desde hacía bastantes años la vieja institución cisneriana era tan
sólo una sombra de su pasado e incluso algunos estudios como los de Medicina habían sido trasladados a Madrid en 1825, la Universidad continuaba existiendo, a pesar incluso de la Inocentada de Olózaga”.
Sin embargo la defunción llegó en 1836 cuando las Cortes volvieron a debatir
una vez más la creación de la Universidad Central madrileña, y con fecha de 29 de
octubre de ese mismo año se decretaba el cierre de la Universidad complutense sin que los manifiestos enviados una vez más por el Ayuntamiento, el Cabildo Magistral y la Milicia Nacional sirvieran esta vez para nada. El traslado de las cátedras a Madrid se hizo de forma escalonada, comenzando por las de Jurisprudencia, pero la desaparición de la más importante institución alcalaína era ya un hecho irreversible, aunque los últimos colegios menores no cerraron definitivamente sus puertas hasta 1843″.
Según Canalda, “los tímidos intentos realizados años después, en 1852 y 1867, por recuperarla no tuvieron el menor efecto práctico. Habría que esperar casi ciento cincuenta años para que Alcalá volviera a disfrutar de su condición de ciudad universitaria, en unas circunstancias completamente diferentes no sólo para nuestra ciudad sino también para toda España”.
En sus publicaciones el investigador reconoce que “el colapso de la Universidad, que pese a su larga decadencia todavía seguía siendo la principal institución complutense y una de sus principales fuentes de ingresos, acarreó notables consecuencias en la vida cotidiana de la ciudad. Según el diccionario
de Pascual Madoz, prácticamente contemporáneo a la fecha de la extinción, la población de Alcalá descendió de 1.231 vecinos en 1835 a 834 en 1842, es decir, una disminución de un tercio en tan sólo siete años”. Y una parte importante de eaa decadencia comenzó con la Inocentada de Alcalá. Por cierto, en 1843 Salustiano Olózaga alcanzó la cima de su carrera política al ser nombrado primer ministro del Reino de España.