Alcalá de Henares, 4 de enero de 2025.- Una fila larga que obliga a una espera de más de una hora para ver el belén de la Real Casa de Correos, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol, no compensaba nada… si se habían visto con anterioridad los belenes monumentales de Alcalá de Henares. La calidad del belén de Sol está muy alejada de lo que se ofrece en Alcalá a pesar de que es probablemente y con mucha diferencia, el belén con mayor número de visitantes en España. El año pasado fueron 183.726 visitante que probablemente este año aumenten pero no tanto por la calidad sino por el turismo existente en la capital y que confluye en el kilómetro 0. La obra de la Asociación de Belenistas de Madrid triplica con creces el número de visitantes de los belenes monumentales de Alcalá, pero está muy lejos del relato escénico, del diálogo teatral que ofrecen las dos obras de los Belenistas Complutenses.
Se puede argumentar que son estilos diferentes. Pero de lo que no cabe la menor duda es de que jamás los belenistas complutenses hubieran planteado una escena de la Natividad con la Sagrada Familia exenta como lo está en Sol, ni hubieran creado para ella un paisaje entre alpino y tropical con una cascada que tiene agua, sí, pero que comienza con una fotografía.
En otras ediciones los belenistas complutenses han hecho un río en el belén monumental de la Gal con salto de agua, es decir, una pequeña cascada, pero ciertamente integrada en un paisaje propio de Judea hace 2.000 años, es decir, nada que chirríe.
Pero no es eso lo que diferencia el belén de Sol de las obras complutenses. Lo que más llama la atención en la comparativa es la falta de diálogo escénico e incluso en algunas áreas, la falta de perspectiva y de profundidad. Da la sensación de que a diferencia de lo que ocurre con los belenes de los belenistas complutenses, en vez de crear un relato escénico en el que el espectador se integra, en el belén de Sol se han combinado figuras y estructuras sin más.
El Belén de la Comunidad de Madrid se inspira en esta ocasión en los antiguos pueblos de Marruecos como Ait Ben Haddou. Abarca una superficie de 145 metros cuadrados, con más de 480 figuras de destacados escultores belenistas. Es decir, se ha creado una escena marroquí que poco tiene que ver con la judea de hace 2.000 años. La utilización de una arquitectura claramente islámica, con arcos de herradura y lobulados, parece poco apropiada para un belén si este aspira a ofrecer el relato del nacimiento del Niño Jesús. Se puede argumentar que es una licencia que se han tomado los belenistas madrileños, pero es una licencia no muy afortunada.